Comparaciones

La noticia del embarazo de Catalina de Cambridge hace volver la mirada a nuestra Familia Real. Y no porque queramos embarazos. Es lo único que faltaba. La monarquía británica suele estar por encima de cualquier otra en imagen y marketing internacional, incluso en sus peores momentos, pero leer los índices de aceptación de los Windsor da mucha envidia. El Duque de Cambridge es el miembro más querido de la Familia Real británica. Su 62% de aceptación es el más alto entre los suyos desde 1984. Eso sí, el pobre Príncipe de Gales alcanza el 21% con dificultad.

Es verdad que el Príncipe de Asturias es el heredero, como Carlos, pero tendemos a hacer comparaciones entre Guillermo, heredero del heredero, y Felipe. Y entre Guillermo y Catalina y Felipe y Letizia. Lógicamente nunca hemos esperado de los nuestros que se convirtieran en estrellas de la vida social mundial, de la misma manera que entendemos que  Downton Abbey tenga más posibilidades para triunfar en el mundo que Isabel. Por razones obvias. Pero cuando leemos que Catalina se ha ganado el cariño y el respeto de todos, entonces sí que establecemos las comparaciones (no las vamos a establecer entre Letizia y Camilla, aunque también). Cuando leemos que la prensa británica se ha rendido a los encantos de Kate o que en las calles la adoran, la comparación es imposible. A lo mejor hay un poco de exageración en la fascinación por Kate. O por Máxima, o por Mary de Dinamarca. A lo mejor hay un poco de exageración en las manías de por aquí. Pero alguna siembra hay.