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Letizia, a la intemperie

Con la literatura indeseable de ruido de fondo (los tambores de Calanda y los de Hellín a la vez), los columnistas de prestigio se lanzan al

Foto: Letizia, a la intemperie
Letizia, a la intemperie

Con la literatura indeseable de ruido de fondo (los tambores de Calanda y los de Hellín a la vez), los columnistas de prestigio se lanzan al asunto. A ese escenario en el que la abdicación es lo importante pero el culo que se patea es el de la Princesa. El martes, Victoria Prego escribía en El Mundo  una tribuna titulada ‘Si se tambalea el Rey, se tambalea la Constitución’. Remata con que si se tambalea la Constitución se tambalea el país entero. Y entonces va al libro: “Lo que pasa es que hay un nuevo y enorme peligro en todo eso…. Y es que en estos días han empezado a aparecer… informaciones que apuntan directamente a la Princesa de Asturias, y que involucran de forma indirecta a su marido, Felipe de Borbón. Son datos claramente atentatorios contra su intimidad y que buscan someterla, a ella y al Príncipe, al juicio o al escarnio públicos”.

Victoria Prego aventura que esto puede no parar aquí: “…En este caso preciso, sí que se hace imposible pensar que lo sucedido o lo que haya de suceder se esté produciendo de manera espontánea e incontrolada o sin el conocimiento  de quienes tienen la obligación de estar al tanto de todo lo que se mueve en torno a las altas figuras del Estado”. Prego recuerda que sólo el Rey está protegido: “…los demás miembros de esa Familia están constitucionalmente a la intemperie porque en esta España desidiosa nadie se ha ocupado en los últimos 35 años de elaborar una ley orgánica que regule el papel, las funciones y el fuero de, por lo menos, el heredero de la Corona, su cónyuge y sus descendientes”. Y sigue: “Daría igual que estos datos fueran ciertos o falsos, porque su efecto sobre el pueblo español sería en todo caso, vitriólico. Y entonces podríamos encontrarnos con un escenario en el que resultar que el padre no, pero el hijo quizá tampoco”. Según Prego, el Rey no debe abdicar, al menos ahora.

Al día siguiente, en Tambaleo y bamboleo, Federico Jiménez Losantos replicaba/completaba:  “… volvió a parecerme clara la acusación al CNI, auténtica guardia de corps del Rey, que podría estar protegiéndolo de la abdicación dejando que se deteriorase la imagen del Príncipe a través de Letizia…. Pero si fuera así, si tan graves asuntos, ciertos o manipulados aviesamente, pudiesen aflorar contra los Príncipes, ¿por qué pensar que no le dañarían más llegado al Trono? ¿Por qué ahora sí y luego no?”. Qué miedo. No es de extrañar que Carmen Rigalt en su columna hablara de “estos momentos de tragedia borbónica”. Y aquí estamos, sin un Shakespeare que nos asista.

Con la literatura indeseable de ruido de fondo (los tambores de Calanda y los de Hellín a la vez), los columnistas de prestigio se lanzan al asunto. A ese escenario en el que la abdicación es lo importante pero el culo que se patea es el de la Princesa. El martes, Victoria Prego escribía en El Mundo  una tribuna titulada ‘Si se tambalea el Rey, se tambalea la Constitución’. Remata con que si se tambalea la Constitución se tambalea el país entero. Y entonces va al libro: “Lo que pasa es que hay un nuevo y enorme peligro en todo eso…. Y es que en estos días han empezado a aparecer… informaciones que apuntan directamente a la Princesa de Asturias, y que involucran de forma indirecta a su marido, Felipe de Borbón. Son datos claramente atentatorios contra su intimidad y que buscan someterla, a ella y al Príncipe, al juicio o al escarnio públicos”.