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Reina Letizia

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Llevábamos unos días sin verlos y de pronto aparecen los cuatro. De dos en dos. Gracias a la literatura han desfilado por la televisión don Juan

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Llevábamos unos días sin verlos y de pronto aparecen los cuatro. De dos en dos. Gracias a la literatura han desfilado por la televisión don Juan Carlos y doña Sofía por un lado; por otro, don Felipe y doña Letizia. Se ha explicado que la Reina estaba en el despacho de Zarzuela para recibir al galardonado con el Premio Cervantes porque también iba la mujer de Caballero Bonald. Un ajuste protocolario, vaya. Claro, porque el Rey no habría podido con esos dos señores mayores. Pero tiene gracia la explicación. Como si alguien fuera a extrañarse de ver a la Reina al lado del Rey, por muy inhabitual que sea para ella, al menos en público, estar en el despacho y no en el salón donde suelen tener lugar las audiencias. A tal grado de locura y justificación hemos llegado. Por cierto, que el Rey llamó de usted al escritor y eso es mucho más sorprendente que cualquier otra cosa. 

La parte más activa, con exteriores y viajes a Alcalá, se dejó para los Príncipes, que el lunes ofrecieron el almuerzo al mundo de las letras con motivo del Cervantes en el Palacio Real. Se ha destacado mucho, además de los gestos de cariño a Ana María Matute y a Carmen Balcells, ambas en silla de ruedas, los que ellos se prodigaron, las miradas románticas entre don Felipe y doña Letizia, con fotos demostrativas. Toma, otra cosa sobre la que hay que llamar la atención para desmentir problemas en el matrimonio. Se miran, no se dan sartenazos, mira qué bien (ellos, más finos, se darían con el wok). Ayer hubo otro paseíllo de la pareja. Y don Felipe y doña Letizia, que repetía el vestido de la entrega de los premios Príncipes de Asturias de 2011, tuvieron que aguantar gritos de “fuera, fuera”. Con banderitas republicanas. Pero no les caerá la breva de que los descontentos sean solo los portadores de banderas tricolores. Sonó el himno nacional en Alcalá de Henares, sonaron los aplausos y también los gritos de los que protestaban. Dos horas después, al salir del Paraninfo, se repitió la escena, con menos gente y, eso sí, con los Príncipes cogidos del brazo.

Llevábamos unos días sin verlos y de pronto aparecen los cuatro. De dos en dos. Gracias a la literatura han desfilado por la televisión don Juan Carlos y doña Sofía por un lado; por otro, don Felipe y doña Letizia. Se ha explicado que la Reina estaba en el despacho de Zarzuela para recibir al galardonado con el Premio Cervantes porque también iba la mujer de Caballero Bonald. Un ajuste protocolario, vaya. Claro, porque el Rey no habría podido con esos dos señores mayores. Pero tiene gracia la explicación. Como si alguien fuera a extrañarse de ver a la Reina al lado del Rey, por muy inhabitual que sea para ella, al menos en público, estar en el despacho y no en el salón donde suelen tener lugar las audiencias. A tal grado de locura y justificación hemos llegado. Por cierto, que el Rey llamó de usted al escritor y eso es mucho más sorprendente que cualquier otra cosa.