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La gordita y la flaca
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La gordita y la flaca

La cena en el Rijksmuseum del lunes por la noche exigía tiara y vestido largo para las señoras (esmoquin para los caballeros). La madrileña sala La

Foto: La gordita y la flaca
La gordita y la flaca

La cena en el Rijksmuseum del lunes por la noche exigía tiara y vestido largo para las señoras (esmoquin para los caballeros). La madrileña sala La Riviera no tenía ‘dress code’ para ir el domingo al concierto de Eels. Según Vanity Fair, la princesa Letizia estuvo allí un día antes de marcharse a Holanda para ver y escuchar al norteamericano Mark Oliver Everett, más conocido como Eels. Se colocó debajo de la cabina de los djs, al lado de la salida de emergencia, y llevaba pantalones y una blusa de cuadros. Nada parecido a lo del lunes por la noche en Amsterdam y a lo de hoy martes. Un poco de aire cargado y relajado antes de enfrentarse al ‘maximizado’ aire holandés.

Ana Romero, enviada especial de El Mundo en Amsterdam para el gran acontecimiento escribía ayer un artículo dedicado a la futura reina consorte titulado “Máxima, la joya de Holanda”. Casi un panegírico. Una “fuente de su entorno” resalta a la periodista la espontaneidad, simpatía e inteligencia que han cautivado a los holandeses. Y sigue: “Hasta el hecho de que esté un poco, sólo un poco, gordita hace que los holandeses se sientan más cerca de ella. Le gusta comer y beber, es natural, y podría ser la hija querida de cualquier familia”. Por supuesto, en el periódico no han dejado escapar la oportunidad de ilustrar el texto con una foto donde a Máxima le salen unas rodajas en la espalda, justo donde el sujetador aprieta y, a la vez, marca y dispara las mollas de alrededor.

Cuando ayer decíamos que las comparaciones entre la princesa (hoy reina) holandesa y la princesa española iban a proliferar esta semana, no se nos ocurrió que una de las comparaciones iba a tener que ver con los kilos de cada una. Es verdad que Ana Romero no cita a Letizia en ningún momento pero con ese párrafo es inevitable pensar en ella. ¿Si estar Maxima “un poco, sólo un poco, gordita” hace que los holandeses se sientan más cerca de ella, estar Letizia muy delgada la aleja de los españoles? Esperemos que no. Ni una cosa parece razón para acercarse ni la otra para alejarse.

La cena en el Rijksmuseum del lunes por la noche exigía tiara y vestido largo para las señoras (esmoquin para los caballeros). La madrileña sala La Riviera no tenía ‘dress code’ para ir el domingo al concierto de Eels. Según Vanity Fair, la princesa Letizia estuvo allí un día antes de marcharse a Holanda para ver y escuchar al norteamericano Mark Oliver Everett, más conocido como Eels. Se colocó debajo de la cabina de los djs, al lado de la salida de emergencia, y llevaba pantalones y una blusa de cuadros. Nada parecido a lo del lunes por la noche en Amsterdam y a lo de hoy martes. Un poco de aire cargado y relajado antes de enfrentarse al ‘maximizado’ aire holandés.