Alegre y olé

Tras las buenas nuevas para la infanta Cristina (su imputación con freno y marcha atrás, a lo Jardiel), la prensa tuvo la oportunidad de preguntar a sus hermanos. Con la infanta Elena sonó la flauta. La duquesa de Lugo, que el martes libraría en su trabajo, contestó en el Mutua Madrid Open, Master 1000 que se está celebrando estos días en Madrid. “Estoy muy alegre por la noticia”, dijo a un reportero de La Sexta (luego no querrán que Al rojo vivo dé soberanas palizas a Cuatro). A los príncipes de Asturias, la noticia judicial les pilló en Sevilla y una periodista local preguntó a don Felipe por el asunto. Rió y saludó. Ni mu. Como casi siempre. ¿Pero qué va a decir? En eso, el Heredero demostró ser el más prudente y sensato de la Familia. Incluso de la Casa, que ahora dice tener el “máximo respeto a las decisiones judiciales” pero con la imputación de la infanta manifestó “sorpresa” por el cambio de situación.

Sin embargo, la infanta Elena está muy alegre. Y olé. Es lógico que lo esté. Sobre todo si pensamos en lo que David Rocasolano escribe en su libro de ella, cuando cuenta cómo la hija mayor de los Reyes describía su trabajo de entonces, que era el de profesora de inglés para niños: “Pues mira… Yo cojo… voy a la pizarra y escribo: blue. Y entonces les digo: el cielo es ¡bluuuuuuu! –y alzaba las manos hacia lo alto mientras alargaba la vocal como un perro aullando a la luna…”. Más tarde, Rocasolano dice que no cree que la princesa Letizia se lleve mal con la infanta Elena (“Nadie puede llevarse mal con Elena. Sería como llevarse mal con un árbol, o con el viento”). En su defensa también añade que siempre los trató, a él y a su mujer, con una educación magnífica y sin altivez.

Lecquio dijo ayer en El programa de Ana Rosa que la infanta Cristina debería ser imputada, enjuiciada y condenada por el bien de la institución. “Cristina debería inmolarse”. El primo, el otro primo, no está tan alegre con la noticia.