Haga lo que haga

Jaime Peñafiel empezaba su Chssss de ayer en El Mundo con esta frase: “Qué incómodo y desagradable debe de ser para ella la actual polémica sobre la nueva ley del aborto en el Congreso”. Estamos hablando de una ley que hasta en el propio Gobierno tiene contestación. Soraya Sáenz de Santamaría se ha desmarcado (aunque no se haya significado mucho) del plan del ministro de Justicia contra el aborto por malformación. A propósito del espinoso asunto, recordamos  un artículo que Aníbal Malvar escribió en Público a principios de abril, cuando iba a salir el libro de David Rocasolano, con quien Malvar comparte editor.

El diálogo entre escritor y editor: “Coño, Ramón. Que lo del aborto es una cosa íntima de la mujer…”. “Por eso publico esto. El derecho a abortar es un derecho de la mujer. Por lo tanto, Rouco Varela no tiene derecho a comparar el aborto con el genocidio nazi, ni a convocar, a través de los ultras y del PP, manifestaciones contra las abortistas”. Ramón Akal va más allá en las justificaciones: “Publicar este libro y esa noticia no es inmiscuirse en la privacidad de nadie. Es denunciar la hipocresía de quienes niegan el derecho de la mujer a decidir. Es romper el vínculo cómplice entre la iglesia y la monarquía. Yo soy editor, no publicador de libros. Tengo el deber ético de contar esto. Y la Constitución me ampara”. Él sabra.

Por otro lado, SModa publicó el viernes en la web un artículo titulado ‘Cómo se cuida la princesa Letizia’. Nada nuevo, con fuentes como Marisa Martín Blázquez o Albert Castillón, con pestañas postizas, con tratamientos de belleza, cirugías y machaque en el gimnasio (otra vez se dice lo del zumba, cuando ella lo negó en la fiesta de Mujer Hoy; claro, que también negaba hace años que hiciera ejercicio de tipo alguno). Aparte de las fotos de los gemelos, lo más curioso son los comentarios de los lectores. La mayor parte la ponen a caldo. Y por una cosa tan tonta como sus secretos de belleza (por utilizar terminología de 'El Corte Inglés'). Puede estar tranquila. No se la critica más por el presunto aborto que por los tratamientos estéticos. Los ‘haters’ no tienen prejuicios.