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Estadística de los pitos

El pitómetro del que hablábamos en este blog el pasado cinco de junio mereció ayer en ‘Crónica’ de ‘El Mundo’ una página detallada. Un conteo de

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Estadística de los pitos

El pitómetro del que hablábamos en este blog el pasado cinco de junio mereció ayer en ‘Crónica’ de ‘El Mundo’ una página detallada. Un conteo de los abucheos a la Familia Real. 24 en un año, cinco en las últimas semanas. Un canteo, vaya. En el artículo, cuenta Gonzalo Suárez que cuando hay que ir a un acto, el trabajo previo de la Casa incluye “una evaluación de los riesgos de que se produzca una pitada. Y, si es posible, abortarla”. A veces hay soluciones (como hacer la apertura del año universitario en la UNED en lugar de en un centro con presencia de estudiantes) pero la cosa cada vez está peor. Las gracias, fundamentalmente a Urdangarín. De todas maneras, es cierto que la gente protesta donde sabe que va a haber repercusión y para eso nuestros ‘royals’ están preparados (o resignados). Un caso es cuando la Reina fue a Cieza a reinaugurar el teatro Capitol, como ya avisamos aquí en el post referido. El ruido estaba preparado, y con gente de fuera del pueblo. Otra cosa es esa pitada en el Liceo a don Felipe y doña Letizia, que dejó estupefacto a todo el mundo. Según ‘Crónica’, “pasado el alboroto, la Casa Real encargó una investigación de lo sucedido. Su conclusión es que se trató de una protesta espontánea”.  Y de mala educación contagiosa.

Siendo la ‘culpa’ de Urdangarín o de la infanta Cristina (por su imputación de quita y pon), lo más injusto es que el líder en el pitómetro sea el príncipe de Asturias. Dice Gonzalo Suárez en su texto que lleva seis abucheos junto a la Princesa y dos en solitario (en la estadística no consta ninguna a doña Letizia en solitario). Pero, claro, el Príncipe es quien más se expone. En la clasificación sigue la Reina con siete pitadas. El Rey, más protegido, solo lleva tres. Pero también es cierto que se llevó las más atronadora, la de Vitoria en la final de la Copa del Rey de baloncesto. Tan previsible que se debió evitar. No yendo, por supuesto.

En la clasificación, no consta pitada alguna a la infanta Cristina. No va a actos, pero todo el mundo sabe dónde vive y trabaja. Vamos, que el español pitador no hace escraches a la Familia Real. Va a protestar donde sabe que hay cámaras. 

El pitómetro del que hablábamos en este blog el pasado cinco de junio mereció ayer en ‘Crónica’ de ‘El Mundo’ una página detallada. Un conteo de los abucheos a la Familia Real. 24 en un año, cinco en las últimas semanas. Un canteo, vaya. En el artículo, cuenta Gonzalo Suárez que cuando hay que ir a un acto, el trabajo previo de la Casa incluye “una evaluación de los riesgos de que se produzca una pitada. Y, si es posible, abortarla”. A veces hay soluciones (como hacer la apertura del año universitario en la UNED en lugar de en un centro con presencia de estudiantes) pero la cosa cada vez está peor. Las gracias, fundamentalmente a Urdangarín. De todas maneras, es cierto que la gente protesta donde sabe que va a haber repercusión y para eso nuestros ‘royals’ están preparados (o resignados). Un caso es cuando la Reina fue a Cieza a reinaugurar el teatro Capitol, como ya avisamos aquí en el post referido. El ruido estaba preparado, y con gente de fuera del pueblo. Otra cosa es esa pitada en el Liceo a don Felipe y doña Letizia, que dejó estupefacto a todo el mundo. Según ‘Crónica’, “pasado el alboroto, la Casa Real encargó una investigación de lo sucedido. Su conclusión es que se trató de una protesta espontánea”.  Y de mala educación contagiosa.