Crisis y pancakes

Según fuentes del Palacio de la Zarzuela, la crisis tiene la culpa de los pitidos a la Familia Real. La Reina recibió su última ración en el Auditorio Nacional y, a tenor de la interpretación de la Casa, si se la abucheó fue como símbolo del poder, no como miembro de la Familia Real. Lo sorprendente es esa seguridad en los motivos. ¿Cómo no van a tener algo que ver los líos de Urdangarín y la imputación de quita y pon de la infanta Cristina? El caso es que el Rey no celebra su santo y los periódicos deberían pensar en una sección dedicada a los abucheos de nuestros royals.

La princesa Letizia se va salvando cuando acude sola a los sitios. Será que no se la considera símbolo del poder. Encima tiene la suerte de que la mayor parte de los artículos que se escriben sobre ella tienen que ver con la ropa. El domingo, María Teresa de Luxemburgo se puso un tocado del tipo del que llevaba doña Letizia en la proclamación de Guillermo de Holanda. El Huffington Post americano se pregunta a quién le sienta mejor el “sombrero-tortita” (“Pancake Hat”), si a la Gran Duquesa o a la Princesa.

Pero volvemos a los abucheos. La información de El Mundo abunda en que la Casa cree que hay que “seleccionar los actos y acercarse a los jóvenes”. Toma ya. Lo de los jóvenes será pensando en el futuro pero cualquier lógica de ruido callejero lleva a deducir que los jóvenes deben de ser los que más pitan (incluimos los de las localidades de cinco euros en el Auditorio Nacional). Y no solo la lógica, el mismo artículo lo dice con respecto al último griterío a doña Sofía: “De nuevo los jóvenes la emprendieron contra la Reina”. No se entiende nada. Ni nosotros a la Casa ni la Casa a la ciudadanía (o a la parte de la ciudadanía que protesta). En Twitter, @LuisNemolato ha publicado una foto que viene al pelo. Por lo menos explica algo. En el cristal de una sucursal del Banco Sabadell Atlántico se lee: “Esto no es crisis… Es que ya no te quiero”.