Pasando olímpicamente

No parece que la Princesa esté muy interesada en la candidatura olímpica de Madrid. Tampoco se lo vamos a reprochar, no sería la única que viera con dudas el persistente sueño olímpico de la capital, ése al que se agarra Botella para seguir en la alcaldía (no hay duda de que su sueño sería la pesadilla para muchos madrileños). Si el viernes, después de ver a Hombres G en la Ciudad de la Raqueta, la Princesa hizo sus planes y pasó de acompañar al Príncipe al concierto de Las Ventas en apoyo de la candidatura (viendo el elenco de artistas, tampoco se lo tenemos en cuenta), ahora llega lo de Lausana.

Según la agenda de Casa Real, hasta el viernes doña Letizia no tenía otro acto. Será la entrega de Reales Despachos en la Academia de Zaragoza (esperamos su siempre comentado ‘oufit’ de actos militares con impaciencia). Así que ¿por qué no ha ido a la ciudad suiza sede del COI con su marido? Claro que no tiene que ir pegada a pespunte a todos sitios, pero es que después de lo del viernes esta segunda ausencia llama un poco la atención. Es verdad que no es deportista (el gimnasio y el machaque son otra cosa), lo que tampoco tendría ninguna importancia, pero la impresión que está dando es la de pasar olímpicamente de la candidatura. O al menos de dar los tradicionales apoyos simbólicos. Ella sabrá.

Pero en el fondo la entendemos. Si vas con la delegación madrileña te tienes que vestir con el uniforme. O sea, igual que Ana Botella y las otras damas. Con la chaqueta, la falda roja y el bolsaco (para los hombres, el atuendo es menos uniforme: siempre van vestidos igual). Nos hemos acordado de Alaska, que contó en su reality que quiso ser juez de culturismo pero que el blazer azul marino que tenía que ponerse la echó para atrás en su deseo. Es una razón poderosísima. Para Alaska y para la Princesa.