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En Zarzuela hablan poco, pero cuando hablan tampoco se les entiende mucho. La Princesa se lo tiene que pasar bomba leyendo explicaciones de los portavoces. Luego,

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En Zarzuela hablan poco, pero cuando hablan tampoco se les entiende mucho. La Princesa se lo tiene que pasar bomba leyendo explicaciones de los portavoces. Luego, claro, se hace experta en lenguaje y acaba dando lecciones en San Millán de la Cogolla. Al respecto de la herencia de Don Juan, y después de una investigación dirigida por Spottorno, han dicho que el Rey gastó su parte en pagar “obligaciones y deudas contraídas por los condes de Barcelona”. Y también en “gastos determinados”. A estos ambiguos gastos determinados se añade que Zarzuela no tiene constancia de que se pagaran los impuestos pero “tiene el convencimiento” de que los albaceas sí lo hicieron. El convencimiento es maravilloso. Es verdad que no hay ninguna reclamación de Hacienda y que se trataría de impuestos que habría que pagar fuera (dicen que el dinero nunca fue transferido a España) pero cuando los chicos de Montoro nos vengan con alguna gaita podemos alegar el convencimiento de haber pagado.

Con respecto a los abucheos a los Príncipes de Asturias y a la Reina, otra perla: “No nos preocupan, pero sí nos molestan”. Consideran legítima la expresión de la ciudadanía (de una minoría) pero les resulta de “mala educación” llevarla a cabo en lugares a los que los que la Familia Real ha sido invitada. El ejemplo más claro es el abucheo a don Felipe y doña Letizia en el Liceo.

Otros “gastos determinados” son los de la instrucción del caso Nóos, que está siendo un “martirio” según Zarzuela por su larga duración. “Entre otras cosas, comporta muchos gastos a las personas que están afectadas”, dicen. Pobre infanta Cristina, que, además, vivió “con estupor” el asunto de las fincas fantasma. Bueno, más veces somos los ciudadanos los que vivimos con estupor determinados comportamientos.

En Zarzuela hablan poco, pero cuando hablan tampoco se les entiende mucho. La Princesa se lo tiene que pasar bomba leyendo explicaciones de los portavoces. Luego, claro, se hace experta en lenguaje y acaba dando lecciones en San Millán de la Cogolla. Al respecto de la herencia de Don Juan, y después de una investigación dirigida por Spottorno, han dicho que el Rey gastó su parte en pagar “obligaciones y deudas contraídas por los condes de Barcelona”. Y también en “gastos determinados”. A estos ambiguos gastos determinados se añade que Zarzuela no tiene constancia de que se pagaran los impuestos pero “tiene el convencimiento” de que los albaceas sí lo hicieron. El convencimiento es maravilloso. Es verdad que no hay ninguna reclamación de Hacienda y que se trataría de impuestos que habría que pagar fuera (dicen que el dinero nunca fue transferido a España) pero cuando los chicos de Montoro nos vengan con alguna gaita podemos alegar el convencimiento de haber pagado.