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En la Casa de Alba también hay espías
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Paloma Barrientos

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En la Casa de Alba también hay espías

El cine está lleno de agentes dobles y ‘topos’ que rompen su código de honor por dinero. Desde Robert Redford en Los tres días del condor a la

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En la Casa de Alba también hay espías

El cine está lleno de agentes dobles y ‘topos’ que rompen su código de honor por dinero. Desde Robert Redford en Los tres días del condor a la bella Angelina en Salt y no digamos en el mundo político y real, donde las traiciones están a la orden del día. Que se lo digan al señor Bono o a Gustavo de Arístegui, que sufrieron las insidias de malvados que operaban desde sus propios partidos.

Extrapolando la figura del villano al mundo del colorín, en los últimos tiempos la imagen del infiel es tan habitual que solo falta hacer un programa que los tenga a todos de protagonistas. Se les tapa la cara y a ejercer de ‘topos’ mediáticos. Cuando no es Belén Esteban la que tienen que hacer frente a un vecino traidor -que narra en plan garganta profunda cuántas croquetas se come Andreíta, o las veces que la princesa del pueblo cambia las toallas o las sabanas bajeras- renacen como los champiñones los infieles de Ambiciones.

En el apartado saga Ubrique los hay de todos los estilos y preferencias e incluso parece que forman parte del organigrama familiar. Por ellos se conoce lo que hace Campanario las veinticuatro horas del día, que como todo el mundo sabe no es dirigir el CNI, ni colaborar con John Sawer el megajefe del M16, el espionaje británico, sino ejercer de ama de casa a diario y los fines de semana pasearse con letizios por el campus de la universidad donde estudia para dentista.

Ella que es muy hábil puso trampas y parece que el topo/topa ya tiene identidad, aunque ahora resulta que son varios. El caso es todo lo que atañe a esta familia directa o indirectamente serviría como guión de serie televisiva, sobre todo por lo mucho que podría esturarse en el tiempo.

Lo que sorprende es que este tipo de traidores también se den en el entorno de la Casa de Alba. Durante los últimos años se filtraban los asuntos amorosos de los hijos. Las entradas y salidas de Cayetano y sus visitas femeninas, fueron durante un tiempo el pan de cada día. Cuando el jinete se dio cuenta cambio el palacio de Liria por otro entorno privado fuera de Madrid. No hubo más deslices y, hasta el momento, ha podido mantener su intimidad sin que se enteren los desleales. Con Eugenia pasó lo mismo, y lo más llamativo es que de sus estancias en Barcelona no se sabe nada.

La última en sufrir las traiciones ha sido la duquesa de Alba. Una vez que ella misma convirtió en visible a su novio, las gargantas profundas poco tenían que hacer.Cayetana viajaba públicamente con Alfonso Díez y ya no necesitaba esconderse de los reporteros e  incluso posaba para ellos más contenta que una perdiz en tiempo de veda.

A los espías se les acabó el trabajo. Nadie compra información si te la ofrecen gratis. Y esto no sucedió con la famosa reunión familiar organizada por Cayetana para que dos de los hijos más contrarios a la boda conocieran personalmente al novio. La madre los convocó en plan conclave en el palacio familia madrileño, y cuál fue la sorpresa de todos ellos cuando la llegada de Alfonso Díez fue captada por la prensa, que se había apostado a las puertas de Liria. Y no solo eso, se filtró quienes habían acudido y a grandes líneas como se había desarrollado la reunión. Aunque, en este sentido, la información no era del todo real.

Según las gargantas profundas todo había resultado a las mil maravillas y no fue así. Los hijos fueron respetuosos con el novio de mamá, porque tanto Cayetano como el primogénito son hombre muy educados, pero de ahí al compadreo familiar hubo un trecho. La propia duquesa comentaría más tarde esa falta de entendimiento a primera vista. Los anglosajones lo llaman feeling y desde luego, por ahora no lo hay entre Alfonso Díez y los vástagos de la Casa de Alba. Y por cierto si hay quien  piensa que el topo puede ser el funcionario se equivoca. A él es al que menos le interesa que se conozcan determinados datos.

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