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El Príncipe, el mejor ‘cortafuegos’ de la Familia Real
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Paloma Barrientos

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El Príncipe, el mejor ‘cortafuegos’ de la Familia Real

Desde que estalló el ‘Caso Nòos’ con Urdangarin como embajador del ‘pelotazo’ y de los negocios poco claros, las encuestas han resultado demoledoras para algunos miembros

Foto: El Príncipe, el mejor ‘cortafuegos’ de la Familia Real
El Príncipe, el mejor ‘cortafuegos’ de la Familia Real

Desde que estalló el ‘Caso Nòos’ con Urdangarin como embajador del ‘pelotazo’ y de los negocios poco claros, las encuestas han resultado demoledoras para algunos miembros de la Primera Familia y en general para la Monarquía. Mientras que la figura del Rey bajaba muchos enteros, igual que sucedía con su hija Cristina, y no digamos con el duque consorte, la Reina se mantenía como la dueña del castillo y el heredero a cero grados. El Príncipe ni subía ni bajaba. Y eso en los tiempos que corren ya es un aliciente, por mantener su figura al margen de los líos familiares.

Con la aparición de Corinna como artista invitada el desbarajuste ha sido total, sobre todo para los ciudadanos, que siguen sin entender cómo la dama rubia formaba parte -ella misma lo ha asegurado- del engranaje más privado de la familia Borbón, compartiendo apariciones públicas con los duques de Palma y hasta con los príncipes, a los que en su día organizó su viaje de novios a las islas Fiyi. En aquel momento la “entrañable amiga” lo era menos y por lo tanto se da por bueno el desconocimiento del heredero en ese sentido.

El caso es que al estallar el ‘Caso Nòos’, el Príncipe se ha convertido en el verdadero cortafuegos de la Institución, escindiendo amarre con Urdangarin mucho antes de que fueran públicos los desmanes de su cuñado. Durante todo este tiempo se ha mantenido al margen de cualquier foto familiar compartida y no se le puede poner ni un ‘pero’ a la forma de marcar los tiempos. Y ahora con la operación del padre/patrón/rey ha vuelto a demostrar lo importante que resulta no mezclar las afinidades fraternales con las apariciones públicas. Podía haber llegado con la Reina, con Cristina y con la infanta Elena, que está limpia de polvo y paja. Pero hizo lo que tenía que hacer: aparecer con su consorte y asumir su papel de heredero con todas las consecuencias. Ejerció de portavoz ante la prensa demostrando que, a pesar de los escándalos que tienen como protagonistas a miembros de su familia, ha sabido mantenerse en su sitio. 

Desde que estalló el ‘Caso Nòos’ con Urdangarin como embajador del ‘pelotazo’ y de los negocios poco claros, las encuestas han resultado demoledoras para algunos miembros de la Primera Familia y en general para la Monarquía. Mientras que la figura del Rey bajaba muchos enteros, igual que sucedía con su hija Cristina, y no digamos con el duque consorte, la Reina se mantenía como la dueña del castillo y el heredero a cero grados. El Príncipe ni subía ni bajaba. Y eso en los tiempos que corren ya es un aliciente, por mantener su figura al margen de los líos familiares.

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