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Cuando a Carmen Tello le negaban el pan y la sal
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Paloma Barrientos

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Cuando a Carmen Tello le negaban el pan y la sal

La boda de su hijo Fernando Solís, futuro marqués de la Motilla, el sábado pasado, ha vuelto a actualizar la personalidad de la madrina Carmen Tello

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Cuando a Carmen Tello le negaban el pan y la sal

La boda de su hijo Fernando Solís, futuro marqués de la Motilla, el sábado pasado, ha vuelto a actualizar la personalidad de la madrina Carmen Tello en el panorama social  sevillano. Un ambiente que no siempre le fue propicio, sino todo lo contrario. De las buenas maneras que muchos utilizan ahora como si fueran íntimos de toda la vida, alternando piropos -“pero mira que estás reguapa y joven”- con alabanzas exageradas -“nadie organiza como tú”-, a los tiempos pasados donde estos mismos le negaban el pan y la sal.

Y la razón no era otra que había osado separarse de Miguel Solís, uno de los miembros principales de la aristocracia con grandezas a granel y palacio familiar en la calle Cuna. Una casa, por cierto, que mantiene el marqués sin pedir (como debe ser) subvención de ningún tipo, como hacen otros de su especie. Motilla no solo tiene blasones, sino un patrimonio económico importante que por supuesto le hacían más interesante una vez divorciado.

El caso es que Carmen Tello, que fue mientras quiso marquesa de Valencina, se marchó de la fortaleza familiar con lo puesto pudiendo exigir lo que hubiera querido. No lo hizo y por eso también la criticaron y la llamaron tonta, “por no aprovecharse”, decían.

A partir de ese momento, se convirtió en invisible, porque a quien había que hacer la rosca era al marqués, que nunca volvió a casarse. Dicen que porque no se cruzó en su camino ninguna como su ex. La protagonista vivió el vacío de los que antes la habían hecho la ola, lo que en una ciudad como Sevilla es aún más llamativo. Pero lo que no esperaban los arribistas en aquel momento era que la duquesa Cayetana se convirtiera en su protectora y su paño de lágrimas.

Y así fue como volvió a la visibilidad, que por otra parte tampoco la necesitaba.  Después, Tello encontró a Curro Romero y las tornas cambiaron. El torero era un valor añadido y los oportunistas volvieron a la carga ante la carcajada de los protagonistas.

El tiempo colocó a cada uno en su sitio y  cuando Cayetana se encontró más sola que la una antes de que llegara el funcionario a su vida, Carmen se convirtió en su fiel compañera y devolvió con creces el apoyo que le dio en los tiempos de cólera.

La boda de su hijo Fernando Solís, futuro marqués de la Motilla, el sábado pasado, ha vuelto a actualizar la personalidad de la madrina Carmen Tello en el panorama social  sevillano. Un ambiente que no siempre le fue propicio, sino todo lo contrario. De las buenas maneras que muchos utilizan ahora como si fueran íntimos de toda la vida, alternando piropos -“pero mira que estás reguapa y joven”- con alabanzas exageradas -“nadie organiza como tú”-, a los tiempos pasados donde estos mismos le negaban el pan y la sal.