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Amaia Salamanca, el chivo expiatorio en Buenos Aires
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Paloma Barrientos

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Amaia Salamanca, el chivo expiatorio en Buenos Aires

La presencia de Amaia Salamanca en Buenos Aires para apoyar la candidatura de Madrid como ciudad olímpica ha sido, junto con el desbarajuste verbal de Ana

Foto: Imagen de Amaia Salamanca en el papel de la princesa Letizia (I.C.)
Imagen de Amaia Salamanca en el papel de la princesa Letizia (I.C.)

La presencia de Amaia Salamanca en Buenos Aires para apoyar la candidatura de Madrid como ciudad olímpica ha sido, junto con el desbarajuste verbal de Ana Botella, el tema que más ha dado que hablar finiquitado para la capital el futuro deportivo. Una vez que se han analizado en las tertulias de información política las cuestiones económicas y la poca o nada influencia que España tiene ahora en el organismo internacional, donde en el pasado la presencia de Samaranch resultó imprescindible para colocar Barcelona en el mapa olímpico, la bella actriz se ha convertido en el comodín. Un pretexto visual de las injustificadas presencias de una delegación de casi 200 personas, de las que se sabe poco o nada sobre qué pintaban ahí. Sobre todo cuando hay deportistas de élite, como la nadadora Mireia Belmonte, que tiene que pagarse su hotel cuando compite, como sucedió en la Copa del Mundo de piscina corta celebrada hace escasos meses en Alemania.

Por eso las preguntas sobre la que fuera protagonista de Sin tetas no hay paraíso se han convertido en recurrentes, igual que en su día se criticaba la presencia de Sara Carbonero en el campo durante el Mundial de fútbol de Sudáfrica. Las guapas lo tienen a veces bastante crudo y cuando no se argumentan otras presencias enigmáticas relacionadas con instituciones públicas es preferible centrar la atención en la rubia, como ha ocurrido ahora con Amaia, que sin comerlo ni beberlo se encuentra en el ojo del huracán. ¿Y esta chica qué pinta allí? ¿Quién le ha pagado el viaje? ¿En calidad de qué ha ido? ¿Y por qué? Y así desde que salió su imagen en las televisiones.

La presencia de Amaia Salamanca en Buenos Aires para apoyar la candidatura de Madrid como ciudad olímpica ha sido, junto con el desbarajuste verbal de Ana Botella, el tema que más ha dado que hablar finiquitado para la capital el futuro deportivo. Una vez que se han analizado en las tertulias de información política las cuestiones económicas y la poca o nada influencia que España tiene ahora en el organismo internacional, donde en el pasado la presencia de Samaranch resultó imprescindible para colocar Barcelona en el mapa olímpico, la bella actriz se ha convertido en el comodín. Un pretexto visual de las injustificadas presencias de una delegación de casi 200 personas, de las que se sabe poco o nada sobre qué pintaban ahí. Sobre todo cuando hay deportistas de élite, como la nadadora Mireia Belmonte, que tiene que pagarse su hotel cuando compite, como sucedió en la Copa del Mundo de piscina corta celebrada hace escasos meses en Alemania.

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