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¿Quién le pone la pierna encima al Rey?
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Paloma Barrientos

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¿Quién le pone la pierna encima al Rey?

¿Recuerdan aquella frase de uno de los concursantes de la primera edición de Gran Hermano? Uno de los participantes lanzaba su queja al universo  con la

¿Recuerdan aquella frase de uno de los concursantes de la primera edición de Gran Hermano? Uno de los participantes lanzaba su queja al universo con la frase que empezaba con un taco al que seguía el desesperado lamento cósmico de “¿Pero quién me pone la pierna encima?”. Ahora este recordatorio bien podría servir y ajustarse tanto a la vida cotidiana de su Majestad el Rey como a la vertiente pública e institucional donde parece que nadie controla o supervisa la imagen del Jefe del Estado. Cuando no es el caso Urdangarin y sus implicaciones colaterales es la aparición de Spottorno en la televisión de todos instando a un juez a que termine pronto su trabajo con el caso Nóos, cuando no se han hecho estas recomendaciones o parecidas con otros casos sangrantes para los ciudadanos.

El día 6 de enero es una fecha importante en el calendario institucional. Se celebra la Pascua Militar y este año además era la primera aparición pública y oficial del Jefe del Estado tras su paso por “el taller”, como el define sus ingresos hospitalarios. Esta puesta en escena debería haberse calculado y estudiado al mínimo detalle. Un Rey con muletas siempre resulta llamativo y por lo tanto el paseíllo hasta el lugar donde se sentó junto a la Reina y los Príncipes fue controlado y sin problemas. Primero leyó el ministro de Defensa y después el Monarca. Y ahí es cuando surge el problema. Se levanta, se coloca frente al atril y empieza a leer un discurso a trompicones que hace que los asistentes se miren sin comprender nada. Don Juan Carlos continúa sin entonación, con palabras entrecortadas y sin que se le entiendan frase enteras. Lo peor de toda la sensación que transmitía de ¡qué me está pasando!

La explicación de esta intervención tan complicada no se ha hecho esperar y resulta más incomprensible que la lectura real. Dicen que la letra era grande y por lo tanto no podía leer las frases enteras, que no había luz, que veía poco porque necesita gafas. En fin, habría que preguntarse si todas estas cuestiones no estaban previstas y si lo estaban, quienes son los responsables de que no funcionaran. Ver a un Rey balbuceante no es bueno. ¿Quién le pone la pierna encima?

¿Recuerdan aquella frase de uno de los concursantes de la primera edición de Gran Hermano? Uno de los participantes lanzaba su queja al universo con la frase que empezaba con un taco al que seguía el desesperado lamento cósmico de “¿Pero quién me pone la pierna encima?”. Ahora este recordatorio bien podría servir y ajustarse tanto a la vida cotidiana de su Majestad el Rey como a la vertiente pública e institucional donde parece que nadie controla o supervisa la imagen del Jefe del Estado. Cuando no es el caso Urdangarin y sus implicaciones colaterales es la aparición de Spottorno en la televisión de todos instando a un juez a que termine pronto su trabajo con el caso Nóos, cuando no se han hecho estas recomendaciones o parecidas con otros casos sangrantes para los ciudadanos.

Caso Nóos Rey Don Juan Carlos