El bloqueo a la infanta Cristina en el funeral de su abuelo

El homenaje al rey Pablo de Grecia de la semana pasada reunió en el palacio de Tatoi, lugar de veraneo de la familia griega, a muchos miembros de esa dinastía en mayor o menor grado de consanguinidad. Unos actos considerados como privados pero que no lo fueron porque la prensa pudo acreditarse y estar presente en la mayoría de las convocatorias. Al margen de los selfies que la rama más joven publicó en sus cuentas de redes sociales y que demostraban que las relaciones entre los primos son espléndidas, las otras imágenes, las oficiales, sirvieron para dejar constancia de realidades y muy poco a las interpretaciones subjetivas.

Una de esas realidades tenía que ver con la princesa Letizia y lo poco a gusto que se sentía en ese ambiente semifestivo que rodeaba el cincuenta aniversario de la muerte del abuelo de su marido. No participó en ninguna de las reuniones Instagram con sus cuñadas Elena y Cristina y las primas Alexia y Maria Chantal. No estaba en su hábitat, y eso que fue ella la que tuvo muy claro desde el primer momento que quería acompañar a la reina Sofía en ese día de nostalgia. Tampoco ayudó para que la situación fuera más llevadera el bloqueo que se hizo a la infanta Cristina para que en ningún momento se la pudiera fotografiar junto al príncipe Felipe, que en esa ceremonia participaba en calidad de nieto y no de heredero.

Para muchos de los periodistas acreditados resultó incómodo y excesivamente exagerado cómo se abandonó a su suerte a la hija Borbón que, aunque imputada, tenía todo el derecho a estar allí y que no se la ninguneara. Quien dio las órdenes para que la infanta no traspasara el espacio vital del heredero se equivocó de medio a medio. Y más quien hizo caso de esta sugerencia. Ver los videos del Príncipe intentando esquivar a su hermana en presencia del resto de familiares que observan la escena con cara de póker resultaba surrealista. Percibir su semblante compungido muy diferente al de su comparecencia ante el juez Torres muy llamativo. Si no querían encuentro público que hubieran inventado una excusa creíble, como las referidas a la ausencia del Rey. Las humillaciones públicas no son buenas para nadie.