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Iñaki Urdangarin, un NiNi real
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Paloma Barrientos

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Iñaki Urdangarin, un NiNi real

Al duque de Palma la justicia le ha vuelto a quitar la razón. En esta ocasión se trata de una sentencia que desestima la demanda que

Foto: Iñaki Urdangarin en una imagen de archivo en Ginebra (Gtres)
Iñaki Urdangarin en una imagen de archivo en Ginebra (Gtres)

Al duque de Palma la justicia le ha vuelto a quitar la razón. En esta ocasión se trata de una sentencia que desestima la demanda que interpuso hace un año contra siete medios y su exsocio, Diego Torres. La jueza le ha dicho al marido de la infanta que sus pretensiones no tienen la cobertura legal que él solicitaba y que, por lo tanto, “no ha lugar”. También le ha dicho que debe asumir las costas judiciales; algo más de 7.000 euros que seguramente no le supondrán un agujero excesivo en su economía doméstica dado el nivel de vida que demuestran los Urdangarín Borbón. A pesar de ser un NiNi real –oficialmente ni estudia ni trabaja–, cuyos únicos ingresos familiares provienen del sueldo de su señora, que hace doblete en La Caixa y en las empresas del Aga Khan, puede permitirse unas vacaciones de lujo, brillo y esplendor. Primero en un hotel de cinco estrellas de Berlín y después en Essaouira, la versión marroquí de la Costa Azul.

El duque de Palma en a los Juzgados de Barcelona (Gtres)Urdangarin ha perdido un juicio que nunca debería haberse celebrado, pero la prepotencia parece ser el común denominador de muchas de sus actuaciones. De hecho, la primera vez que acudió ante el juez Castro y bajó la cuesta del penitente tuvo el atrevimiento de asegurar delante de la prensa que “voy a demostrar mi inocencia”. En aquel momento aún se desconocía el alcance de algunas de sus acciones que tanto daño han hecho a la jefatura del Estado. Pero para Iñaki cobrar dinero público por trabajos no realizados era lo natural. Montar fundaciones para recaudar fondos y gastarlo en clases de baile, sushi, estancias en África y casoplón en Pedralbes, entre otras aficiones, también era lo habitual.

Y, por supuesto, no es de recibo considerar que se vulnera su intimidad y la de su familia cuando no ha tenido el mayor recato en enviar a través del ordenador de la empresa (a la que tenían acceso trabajadores y el CNI) correos con mofas sobre Marichalar y sobre los parientes griegos, imágenes de chicas desnudas –como si fuera un adolescente con las hormonas revolucionadas­– y mensajes de amor a la mujer de su mejor amigo. Así lo ha considerado también la juez.

Al duque de Palma la justicia le ha vuelto a quitar la razón. En esta ocasión se trata de una sentencia que desestima la demanda que interpuso hace un año contra siete medios y su exsocio, Diego Torres. La jueza le ha dicho al marido de la infanta que sus pretensiones no tienen la cobertura legal que él solicitaba y que, por lo tanto, “no ha lugar”. También le ha dicho que debe asumir las costas judiciales; algo más de 7.000 euros que seguramente no le supondrán un agujero excesivo en su economía doméstica dado el nivel de vida que demuestran los Urdangarín Borbón. A pesar de ser un NiNi real –oficialmente ni estudia ni trabaja–, cuyos únicos ingresos familiares provienen del sueldo de su señora, que hace doblete en La Caixa y en las empresas del Aga Khan, puede permitirse unas vacaciones de lujo, brillo y esplendor. Primero en un hotel de cinco estrellas de Berlín y después en Essaouira, la versión marroquí de la Costa Azul.

Infanta Cristina Iñaki Urdangarin