Antonio Banderas se desmelena

A diferencia de otros colegas, que van de flor en flor y se enamoran y desenamoran con la misma facilidad que Paris Hilton cambia de coche, Antonio ha mantenido siempre una vida sentimental lineal. Pocos flirteos públicos antes de triunfar en Hollywood y cero incursiones en el mundo de la infidelidad desde que Melanie se convirtió en su compañera de viaje. Es un caballero e incluso cuando inició su romance en Two much con Griffith y muchos desconocían que su matrimonio con Ana de Leza había sucumbido porque ella le abandonó por un gurú. No quiso deshacer el entuerto. "Los que me quieren saben lo que sucedió", decía y pasó pagina.

Ahora, en cambio, está que lo tira. Se ha desmelenado y no le importa que le fotografíen con la guapa de turno en cualquier lugar. Cuando no es una rubia llamativa con medidas de miss Pensilvania (grandota y melena con mechas rayos de sol) con la que se deja ver en la Costa Azul, enrosca su mano con andaluza de verde luna sin que parezca importarle que le vean o no. En este caso el escenario del coqueteo publico fue Marbella y sorprendió esa faceta desinhibida del bello Antonio.

Que es un hombre completo, educado, divertido, buena persona, solidario y con esa luz de chico bueno de sonrisa ancha que conquista a cualquiera no hace falta decirlo. Tampoco hay cambios estructurales en su carácter y la prepotencia que a veces acompaña al triunfador (Bardem sin ir más lejos) sigue sin formar parte de su historial de vida. Lo único que parece que ha dado un giro es esta nueva faceta de seductor latin lover que vemos ahora. Sabe cuáles son sus armas de caballero y zorro y las utiliza. La única pega a todo este cambio de rutina es que las chicas acaben sentándose en una tele contando intimidades. Por lo demás, a divertirse y saber elegir.