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Julián Muñoz, de tabernero honrado a patibulario
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Paloma Barrientos

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Julián Muñoz, de tabernero honrado a patibulario

Regentaba junto a Mayte Zaldívar, por aquel entonces su mujer, un restaurante sin pretensiones en la zona menos lujosa de Puerto Banús. Luego le tentó Jesús Gil y ese fue el principio del fin

Foto: Julián Muñoz en una imagen de archivo (Gtres)
Julián Muñoz en una imagen de archivo (Gtres)

Julián Muñoz ya tiene el tercer grado que le permitirá salir de la cárcel y hacer una vida de semilibertad. Esta noticia, que podría resultar positiva para el que fuera exalcalde de la Marbella corrupta, va acompañada de una tragedia. Su estado de salud es tan frágil que se ha podido acoger a la ley que permite que no continúe preso por razones humanitarias. En sus informes médicos se asegura que su esperanza de vida es limitada. De no ser por esta razón de causa mayor a Julián Muñoz le quedarían aún muchos años de condena al que habría que sumar las sentencias de varios juicios que continúan abiertos.

Igual que ha sucedido con su exnovia Isabel Pantoja y su exmujer, Mayte Zaldivar, Muñoz se arruinó la vida cuando pasó al lado oscuro. La avaricia marcó la trayectoria de este hombre que nunca hubiera imaginado que acabaría en una cárcel, solo y rumiando en una celda lo que seguramente aún considera mala suerte. "Era lo que hacían todos. Ese dinero no era de nadie", decía, la misma frase que se suele escuchar en boca de los corruptos y sus familiares.

En realidad, el destino vital de Julián Muñoz era otro. Él regentaba junto a Mayte Zaldívar un restaurante sin pretensiones en la zona menos lujosa de Puerto Banús. No pillaba de paso y no formaba parte del circuito del lujo y el despilfarro. Era un local pintado de azul, con manteles a cuadros y un menú muy ajustado de comida casera. Sus macarrones con tomate y chorizo, la carne mechada, las croquetas, el arroz con leche y, en días especiales, la pringá para los amigos y habituales eran sus especialidades. Mayte en la cocina y él tomaba la comanda, ejercía de relaciones públicas, algo que se le daba muy bien.

En el matrimonio los papeles estaban muy bien definidos. Zaldívar era el cerebro y Julián el rey de las habilidades sociales. Las cuentas también las llevaba Mayte, mientras que Julián se encargaba de los proveedores. Siempre conseguía una rebaja o un dos por uno. Sabía engatusar y cerraba los tratos con cerveza y si la compañía le interesaba alargaba la tertulia con whisky. En aquellos años aún no había relación con el poder y con la corrupción. Marbella aún no era ciudad sin ley, aunque ya se iban colocando los primeros mimbres con la llegada de Jesús Gil.

El matrimonio Muñoz Zaldívar eran ese tipo de parejas que después de tantos años juntos sabían cada uno los defectos del otro, entre los que se incluían, como diría Mayte mas tarde muy gráficamente, "comerse el filete fuera de casa". Cuando apareció Isabel Pantoja, Muñoz, que ya era alcalde, "se llevó la vaca a casa".

En realidad, su carrera política –que le llevaría a la cárcel– no estaba diseñada para él. Jesús Gil a quien tentó primero fue a Mayte. La consideraba más inteligente y mucho más valiosa como ejecutora que su marido. Ella fue la que propuso a Julián para que fuera en las listas. Cuando el GIL ganó, Muñoz se convirtió en concejal de Festejos, un cargo muy acorde con su sociabilidad. En las fiestas veraniegas que se organizaban con la llamada jet, Mayte aparecía orgullosa del brazo de su marido y cubierta de joyas muy grandes y llamativas. Unas prestadas por los Joyeros Gómez y Molina y con el tiempo compradas a tocateja. El vestuario, muy acorde con el estilismo que marcaba la mujer de Jesús Gil, que al fin y al cabo era la primera dama del ayuntamiento. Vestidos ajustados de animal print, brillos y lentejuelas para las salidas nocturnas. Respecto a las joyas, sería interesante saber qué pasó con ellas, o si siguen a buen recaudo.

A partir de esa fecha Julián Muñoz inició su carrera ascendente hacia ese lado oscuro y delictivo que le llevó a ser uno de los alcaldes que acumuló mayores denuncias por delitos cometidos mientras ejercía cargo público. Después vendría el enamoramiento de Pantoja, el cierre de calle para que su chica paseara tranquilamente sin los agobios de las fans, los ataques y presiones a la prensa y el "dientes, dientes…".

El tabernero honrado quiso ser una mezcla se ciudadano Kane y padrino de película italiana. Y se quedó en personaje de Los ladrones van a la oficina.

Julián Muñoz va a salir de la cárcel enfermo y con muy pocas posibilidades de utilizar el mucho o poco dinero que tenga en disfrutar de la vida.

Julián Muñoz ya tiene el tercer grado que le permitirá salir de la cárcel y hacer una vida de semilibertad. Esta noticia, que podría resultar positiva para el que fuera exalcalde de la Marbella corrupta, va acompañada de una tragedia. Su estado de salud es tan frágil que se ha podido acoger a la ley que permite que no continúe preso por razones humanitarias. En sus informes médicos se asegura que su esperanza de vida es limitada. De no ser por esta razón de causa mayor a Julián Muñoz le quedarían aún muchos años de condena al que habría que sumar las sentencias de varios juicios que continúan abiertos.

Julián Muñoz Isabel Pantoja Marbella
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