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El día que Kiko Rivera desenmascaró a su hermano Fran
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

El día que Kiko Rivera desenmascaró a su hermano Fran

Hay luchas entre familias que duran años, algunas incluso lustros. Las hay irreconciliables como Montoyas y Tarantos, y otras que aparentemente se solucionan, pero cuya tensión se

Foto: Una imagen de archivo de los dos hermanos (I. C)
Una imagen de archivo de los dos hermanos (I. C)

Hay luchas entre familias que duran años, algunas incluso lustros. Las hay irreconciliables comoMontoyas y Tarantos, y otras que aparentemente se solucionan, pero cuya tensión se mantiene soterrada durante un largo tiempo, hasta que algo las hace estallar y salir a la superficie con la fuerza de un geiser. Y eso es exactamente lo que ha ocurrido entre Francisco Rivera, antaño Fran, y Kiko Rivera, antaño, Paquirrín. Sus nombres habrán cambiado, pero la batalla que en su días mantuvieron Carmina “La Divina” e Isabel Pantoja por la herencia de Paquírri, los celos, y unos cuantos objetos personales del difunto, sigue siendo la misma que hoy libran sus vástagos, en forma de hermano mayor venido a más, por obra y gracia de un matrimonio que le emparentó con la aristocracia, y hermano menor venido a menos, por obra y gracia de la juerga trasnochada y las relaciones con chonis semidesnudas.

A pesar de que uno y otro se han empeñado en disimular que los años en los que estuvieron sin dirigirse la palabra, a causa de la mala relación entre Riveras y Pantojos, no les habían pasado factura, lo cierto es que más allá de los actos públicos y alguna llamada telefónica oportuna de Francisco en directo para animar a Kiko, en lo que fue su estreno televisivo haciendo de superviviente en un isla remota, nada de nada.

Poco le costó al torero marcar el número de Telecinco,a pesar de su alergia a los medios de comunicación cuando no hay exclusiva de por medio, y mucho teclear el de su hermano DJ, para invitarle a esa boda, en la que no faltaron ni los palmeros de La Divina, que antaño Francisco tanto criticaba, pero que a falta de otros amigos, ahora le alegran sus noches de juerga rociera.

Lo peor, el cinismo desplegado por el primogénito de Carmina al comentar que la ausencia de Kiko respondía a su apretada agenda de pinchadiscos. Una coartada perfecta, que colocaba al “pequeño del alma” de la Pantoja en muy mal lugar. Con lo que no contó el torerito, es que estaba vez Kiko iba a sacar el pie del tiesto y resucitar los viejos fantasmas del pasado, que recuerdan aquella frase entonada por la tonadillera de “Estoy harta de la familia Rivera”, a pesar de haber engendrado a uno de ellos.

La declaración de Kiko ha servido para poner a cada uno en su lugar en este culebrón en el que el listo ya no es tan listo y eltonto, cansado de interpretar su papel, ha lanzado el dardo contra su propio hermano. Un Rivera al que no le gusta el couché, pero vende su intimidad en forma de boda campera y se le hincha el pecho al hablar de los suyos, pero que se olvida de incluir en la lista de invitados a ese otro Rivera, al que todos habíamos juzgado y minusvalorado.

Los vasallos de la corte del ex duque de Montoro esgrimirán mil y una excusas para que el torero quede en buen lugarfrente a un Pantoja al que todos consideran buen chaval, pero que se descarrió en el camino de la noche y los excesos. Sin embargo, más allá de las apariencias disfrazadas con chistera, que tan bien sabe guardar Francisco, se esconde la verdadera personalidad de un hombre lleno de contradicciones al que, por primera vez, su propio hermano ha desenmascarado.

Hay luchas entre familias que duran años, algunas incluso lustros. Las hay irreconciliables comoMontoyas y Tarantos, y otras que aparentemente se solucionan, pero cuya tensión se mantiene soterrada durante un largo tiempo, hasta que algo las hace estallar y salir a la superficie con la fuerza de un geiser. Y eso es exactamente lo que ha ocurrido entre Francisco Rivera, antaño Fran, y Kiko Rivera, antaño, Paquirrín. Sus nombres habrán cambiado, pero la batalla que en su días mantuvieron Carmina “La Divina” e Isabel Pantoja por la herencia de Paquírri, los celos, y unos cuantos objetos personales del difunto, sigue siendo la misma que hoy libran sus vástagos, en forma de hermano mayor venido a más, por obra y gracia de un matrimonio que le emparentó con la aristocracia, y hermano menor venido a menos, por obra y gracia de la juerga trasnochada y las relaciones con chonis semidesnudas.

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