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Antonio Banderas, ¿penitente o pecador?
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

Antonio Banderas, ¿penitente o pecador?

Cada año marca la fecha en su calendario en color negrita y deja de blandir la espada de guerrero o de emitir sonidos para su último doblaje con

Foto: Antonio Banderas y la baronesa Thyssen esta Semana Santa en Málaga (Gtres)
Antonio Banderas y la baronesa Thyssen esta Semana Santa en Málaga (Gtres)

Cada año marca la fecha en su calendario en color negritay deja de blandir la espada de guerrero o de emitir sonidos para su último doblajecon el fin de poner rumbo a su Málaga natal. La pasión de Banderas no tiene fronteras. Su Cautivo está por encima del paseo de la fama y su visita a la hermandad esuna necesidad anual igual de importanteque las clínicas donde sus colegas de profesión se curan de la penúltima adición. Un chute de fervor sin el que no podría vivir.

Fiel a sus raíces y a sus costumbres, presumía de ser español, cuando lo cañí no estaba bien visto y más allá de los Pirineos la cosa se entendía como folclore del barato y pandereta.Ahora, gracias a Banderas, el jamón y el aceite (pecados de poca monta) son productos gourmet y no picadillo de feria, para una clase obrera que suda al son de sevillanas.

Antonio es latino de convicción y eso es algo que no le ha podido cambiar esa mujer que lleva tatuado su nombre, cual legionario. Tal vez por ello, 'la Griffith'no suele dejar solo a su maridocuando éste regresa a España cada Semana Santapara encontrase con todos y, de paso, con élmismo. Sin embargo, este año la familia americana le ha dado un respiro y el bueno de Antoñito está disfrutando como gato panza arriba, de las cofradías yde esas otras pasiones más relacionadas con el cuerpo que con el alma.

Melanie y Antonio en la Semana Santa de Málaga en 2013 (Gtres)

Banderas vuelve a ser Banderas, ese hijo de comisario de policía y profesora de instituto cuando regresa a Málaga yno tiene al lado a esa Mujer al borde de un ataque de nervioscuyos celos la ciegan. Es sin ellacuando Antoniose relaciona con las amigas de toda la vida, aquellas que le conocieron antes de su Laberinto de pasiones y con las que mantiene una estrecha relación. Es ese momento, sin presión, ni persecución, cuando Antonio sube a alguna de sus cómplices a su moto y como chiquillos ponen rumbo sin norte.

Banderas con las Campos, María Barranco y Susana Díaz (Gtres)En ausencia de Melanie han acudido en esta ocasión tres señoronas a romper la soledad del astro. La baronesa Thyssen, que le admira tanto como a uno de los cuadros de su museo, la presidenta de la Junta de Andalucía, que desde que llegó al puesto no había posado nunca tan sonriente y la Esperanza de Triana. En su periplo andaluz, Banderas dejó Málaga por unos días para ver la entrada de la Virgen y degustar vinos de la tierra con el alcalde Zoido, que en este Vía Crucisno todo iban a ser oraciones.

Hasta la prensa anda revolucionada cuando El Zorro anda suelto y hay que salir de caza. Pero él, que se las sabe todas, no da lugara que al otro lado del charcoun gesto cariñoso o un guiño de ojodesquicie a la mujer que pronuncia su nombre como nadie. Por eso, Antonio se cuida,no vaya a ser que después de tanta pasiónsu señora le dépenitencia.

Cada año marca la fecha en su calendario en color negritay deja de blandir la espada de guerrero o de emitir sonidos para su último doblajecon el fin de poner rumbo a su Málaga natal. La pasión de Banderas no tiene fronteras. Su Cautivo está por encima del paseo de la fama y su visita a la hermandad esuna necesidad anual igual de importanteque las clínicas donde sus colegas de profesión se curan de la penúltima adición. Un chute de fervor sin el que no podría vivir.

Antonio Banderas Málaga Semana Santa