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Froilán, el príncipe destronado
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

Froilán, el príncipe destronado

Si las cosas hubiesen sido de de otra manera, y no tuviesen vigencia ciertas leyes retrógradas que todavía sitúan a la mujer en segundo plano dando

Foto: Froilán y la ya famosa foto con el móvil
Froilán y la ya famosa foto con el móvil

Si las cosas hubiesen sido de de otra manera, y no tuviesen vigencia ciertas leyes retrógradas que todavía sitúan a la mujer en segundo plano dando preferencia a los varones, si hace trescientos años otro Felipe, Felipe V, el primer rey Borbón de España, no hubiese manipulado una antigua ley de sálicos para evitar el acceso al trono de una mujer, esta semana hubiésemos asistido a una proclamación bien distinta y la heredera no sería una linda niña de ojos azules llamada Leonor, sino Felipe Juan Froilán de Todos los Santos, aunque de santo tenga poco. Pero tampoco Felipe I fue tan hermoso y murió con este apodo.

Tal vez sabiendo desde la cuna que esto nunca ocurriría, Froilán ha campado a sus anchas durante todos estos años, quitándose el peso de la historia de su espalda, y se ha mantenido al margen de estrictos protocolos que han obligado durante estos días a las pequeñas infantas a saludar a todo aquel que pasaba por delante de ellas, sin saber muy bien que estaba ocurriendo a su alrededor.

Asumido su papel, Froilán se inclinaba ante el nuevo rey rindiéndole pleitesía y asumiendo el único papel que le queda dentro de su noble familia; el de acompañante de una infanta separada, pero sin perder ese toque de jovenzuelo rebelde, al que hasta hace poco todo el mundo reía las gracias.

El pasado jueves, Pipe, como le llamaban cariñosamente los reyes durante su infancia, se asomaba al balcón del Palacio Real móvil en mano. Quizá en esos momentos, el relegado a la linea de sucesión de la corona, comentaba con algún amiguete el marrón que se había quitado de encima mientras observaba, desde la altura, cómo el pueblo aclamaba al nuevo rey. Quizá fuese consciente, por primera vez, de los privilegios robados a su madre por no haber reformado a tiempo una ley machista y sin sentido en los tiempos que corren.

La imagen de Froilán dará la vuelta al mundo por lo anecdótico de un chaval que parecía estar fuera de lugar. Porque es otro Felipe; es una suerte de eslabón perdido, de náufrago en la marea, el hijo de un duque olvidado, el primogénito de una infanta relegada, un heredero no reconocido… En definitiva, el sobrino de un rey, que es algo así como el refrán aquel de quien tiene un tío en Graná, que ni tiene tío, ni tiene ná.

Si las cosas hubiesen sido de de otra manera, y no tuviesen vigencia ciertas leyes retrógradas que todavía sitúan a la mujer en segundo plano dando preferencia a los varones, si hace trescientos años otro Felipe, Felipe V, el primer rey Borbón de España, no hubiese manipulado una antigua ley de sálicos para evitar el acceso al trono de una mujer, esta semana hubiésemos asistido a una proclamación bien distinta y la heredera no sería una linda niña de ojos azules llamada Leonor, sino Felipe Juan Froilán de Todos los Santos, aunque de santo tenga poco. Pero tampoco Felipe I fue tan hermoso y murió con este apodo.

Felipe Juan Froilán Reina Sofía