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Los grilletes de Isabel Pantoja
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Gema López

Malas Lenguas

Por
Gema López

Los grilletes de Isabel Pantoja

Me dicen que la Pantoja anda como la Zarzamora, llora que llora por los rincones. Todos podríamos pensar que la cuenta atrás ha comenzado y que

Foto: La tonadillera, en una imagen de archivo (Gtres)
La tonadillera, en una imagen de archivo (Gtres)

Me dicen que la Pantoja anda como la Zarzamora, llora que llora por los rincones. Todos podríamos pensar que la cuenta atrás ha comenzado y que su miedo a terminar entre barrotes sería la causa de su temblor de piernas. A ella, que durante años ha proclamado su inocencia y que se negó incluso a pactar con el fiscal una rebaja de condena, no la cree ya ni la Audiencia de Málaga, que ha solicitado su ingreso en prisión en un plazo de diez días.

Sin embargo ella, segura de que su futuro inmediato no pasa por "chirona", ya está presa y con los grilletes en la manos en esa cárcel llamada Cantora, donde desde hace tiempo nadie canta y tan sólo se escuchan lamentos.

Porque la verdadera condena de la Panto no es la que dicta el tribunal, sino la que cumple a consecuencia de las decisiones de sus hijos, especialmente de esa niña que se hizo mayor a golpe de exclusiva y que le está haciendo derramar ríos de lágrimas. Hasta tal punto ha llegado su desamparo que la cantante ha vuelto a perder peso y se le está cayendo el pelo.

Jamás se imaginó la tonadillera, la misma que enseñaba dientes por las calles de Marbella, que un día todo lo que había proyectado para ella y su familia se vendría abajo y amargaría sus horas. El dolor de la Panto no es el de una mujer ante el patíbulo: su soberbia le impide reconocer sus tejemanejes, su dolor es el de una madre y, sobre todo, una abuela que no sabe cuándo será la próxima vez que verá a sus nietos juntos. Ironías de la vida, ella parece haber olvidado que en su día también impidió a un abuelo, al padre de Paquirri, disfrutar del pequeño de la camada.

El hijo de Kiko Rivera y Jessica podría volar en los próximos meses a Londres, donde el pequeño se trasladará a vivir junto a su madre y el novio de esta, J. Peleteiro, mientras el futuro del niño de Chabelita está en el aire a la espera de que el próximo 24 de octubre se dirima en un juzgado la custodia del menor y el régimen de visitas. Una condena que para la Panto es tan injusta como la de la Audiencia de Málaga, con la diferencia que una viene motivada por sus decisiones y actuaciones y la otra por la de sus hijos.

Los juzgados parecen haberse convertido en el lugar elegido por toda la familia para intentar demostrar la inocencia de unos y velar por los derechos de los otros. Mientras la cantante permanece encerrada en su Torre de Arena cumpliendo una condena para la que no hay beneficios penitenciarios, intentando entender que ha hecho para merecer esto.

Me dicen que la Pantoja anda como la Zarzamora, llora que llora por los rincones. Todos podríamos pensar que la cuenta atrás ha comenzado y que su miedo a terminar entre barrotes sería la causa de su temblor de piernas. A ella, que durante años ha proclamado su inocencia y que se negó incluso a pactar con el fiscal una rebaja de condena, no la cree ya ni la Audiencia de Málaga, que ha solicitado su ingreso en prisión en un plazo de diez días.

Isabel Pantoja Chabelita