El año negro de la prensa rosa

Si hace tan solo unos años nos hubiesen dicho, a los que nos dedicamos a esto de la cosa rosa, que la viuda de España, Isabel Pantoja, ingresaría en prisión; que el viudo de España, Ortega Cano, penaría entre rejas y que la duquesa de Alba convertiría a su último amor en viudo querido, tras ser el querido caprichoso, nos hubiesen llamado locos.

Pero es que en eso consiste esta profesión. En una locura colectiva donde la realidad supera a la ficción, sin más peligro que el de entretener a los fieles parroquianos, que entre tanta miseria y corrupción alucinan con las andanzas de la baronesa Thyssen y el porte regio de la Preysler, que hasta en un tanatorio luce mona mientras contiene lágrima.

Iluminados nos hubiesen llamado a los plumillas y comentaristas del corazón si a alguien se le hubiese ocurrido asegurar, en los días en los que la Casa Real era como Dios todo poderoso ante el que se hacía la reverencia y no se tomaba su nombre en vano sin riesgo de pagar una fuerte penitencia, que la infanta Cristina, aquella a la que casamos con aquel jugador de balonmano tan bien puesto, acabaría imputada, desimputada y vuelta a empezar y ese ‘duque em-palmado’ pueda dejar de empalmarse para siempre cuando una sentencia firme le conduzca a la residencia en la que moran los mangantes.

Todo esto ha sucedido en este año convulso en el que Don Juan Carlos abdicó, Alberto de Mónaco fue padre, Fran Rivera se re-casó, Genoveva Casanova (después de lo de Michavila el apellido le cuadra más que nunca) la lió, Rociíto regresó, cual hija prodiga, a los brazos de la biblia del corazón, las famosas siguieron pariendo, sin que por sus cuerpos esbeltos pasase el efecto devastador de embarazos de sobrepeso como el que tienen el resto de las mortales, y el 'pequeño Nicolás' y su amiga 'la Pechotes' animaron el panorama con juegos de espionaje, sexo, mentiras y cintas de video.

Sin duda, 2014 ha sido uno de los años más jugosos para los propios profesionales, que a pesar de todo lo que han visto y vivido, no han dejado de sorprenderse ante los acontecimientos y las informaciones que llegaban a las manos. El panorama rosa se ha teñido de negro para muchos y ahí han estado los lectores devorando las crónicas y los blogs, cumpliéndose la máxima de que cuando los ricos también lloran nuestras penas son menores.

Será difícil superar un año como este, en el que cuando todavía no habíamos procesado una información, se producía otra de mayor calado. Pero al fin y al cabo, esta prensa no es más que el reflejo de lo que sucede en una sociedad que ha vivido una verdadera revolución. En definitiva, un año loco y agónico muy alejado de lo que en otros tiempos se consideraba de La vie en rose.