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La astilla descarriada de Preysler 'Goldfinger'
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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La astilla descarriada de Preysler 'Goldfinger'

He de recuperar para las huestes, por petición popular, un documento audiovisual de hace apenas unos días y que ya es sin embargo histórico. Una entrevista

Foto: Tamara Falcó durante su entrevista con María Teresa Campos (Telecinco)
Tamara Falcó durante su entrevista con María Teresa Campos (Telecinco)

He de recuperar para las huestes, por petición popular, un documento audiovisual de hace apenas unos días y que ya es, sin embargo, histórico. Una entrevista a Tamara Falcó en el plató de Qué tiempo tan feliz que si hay justicia divina pasará a los anales de la memez junto a la obra completa de Paulo Coelho. Oigo hablar a esta chica y me cuesta reconocer en sus palabras a la hija de la señora que deslumbra a sus invitados con pirámides perfectamente simétricas de bombones dorados. Me cuesta creer que esta sea la astilla de aquel palo que según los bardos del antiguo cuore le dijo en el proceso de divorcio a su primer marido, un tal Julio Iglesias: “Voy a tener más portadas que tú”. ¡Toma moreno! Lo acabaría consiguiendo, por cierto. Isabel Preysler probablemente inventó un oficio en España que ha dado de comer a muchas famélicas de esas que ni se inmutan cuando resbala el verbo de Arias Cañete.

Interludio ‘hemerotéquico’ imprescindible: tras llegar de Manila con una mano delante y otra detrás, Isabel aprovechó los contactos de su tía Tessy, al parecer amante del embajador de Filipinas en España –de casta le viene al galgo–, para entrar a formar parte de la troupe de la nietísima de Franco. Muchos decían entonces, no sin mala baba, que la Preysler era una especie de chacha, hay que tener cuajo, de Carmen Martínez Bordiú. Pero, con delantal o sin él, lo cierto es que Isabel ya estaba a sus veintipocos en el epicentro del meollo. La de Bordiú era por entonces la corte de los milagros. A ella pertenecía, entre otras ilustres, una joven Mariluz Barreiros, a la postre esposa de Jesús Polanco, señor de Prisa y señor de las tinieblas. En una bacanal casamentera organizada por Tomás Terry, Isabel conoció a Julio. Luego vinieron los matrimonios con el marqués de Griñón y con el superministro Boyer. Todos ellos por amor, por supuesto. De ese modo consiguió que su imagen photoshopeada cotizara en la bolsa del mamoneo. De ahí que muchos la conocieran en sus tiempos mozos con el sobrenombre de “Goldfinger”, una actualización perversa de la parábola del rey Midas.

Esa es la madre y esta otra la hija. Adoptada, por lo que parece. A este paso no será capaz de engañar a un ministro, a un noble, a un afinado cantante. “Ni Dios quiere casarse conmigo”, dijo el otro día. La desterrarán de Villameona. Y lo tiene merecido. Mira que es difícil resultar rancia en Qué tiempo tan feliz...

Pero volvamos sobre el documento histórico no imaginario que nos ocupa. Tamara tiene pinta de buena mujer, el problema es que pesa sobre ella la contradicción de haber descubierto la Biblia, como muy bien apuntaba Marité en la entrevista, después de haber perdido la virginidad. Y sobre todo que es de ese tipo de personas que cuando habla se perjudica, más o menos como Ana Botella. “Niña, limítate a posar”, le insistía su madre. Pero nada.

Queda la posibilidad, muy a tener en cuenta, de que nos esté tomando el pelo a todos. Lo cual daría un poco de verosimilitud a ese mundo de gominola que es difícil coger por otra tangente. De todos modos, el problema no radica tanto en que Tamara busque la televisión como en que la televisión la busque a ella. Pero eso lo ha explicado muy bien Vasile en la otra gran entrevista televisiva de estos días.

100% Vasile

Mientras leía las once páginas de verborrea transalpina en la revista Mine,he de reconocer que por un momento llegué a amar Telecinco. Le habría comprado a este señor todas las alfombras que llevaba a cuestas. Para Vasile Telecincoes “neorrealismo” y Rossellini el hijo bastardo de Isabel Preysler. Si uno lo piensa bien, hay bastantes similitudes entre el movimiento neorrealista de la Italia de postguerra y la programación habitual de su cadena. Por ejemplo, el protagonismo de los más desfavorecidos, de la gente que reivindica el extrarradio. Ahí está todas las tardesBelén Esteban,ladrona de bicicletas, como reflejo inequívoco de ciertos tipos de miseria. Las metáforas también forman parte del discurso neorrealista, como aquella epidemia de cólera que nos llevaría a laMuerte en Venecia. Sí,Viscontihablaba de decadencia. Vasile y Tamara, también.

PD: Por cierto, Terelu me ha desmentido. Grrrrr. Ahora dice que nadie ha vetado su vuelta a Telecinco. A ver si te aclaras, Teresita, que por ahí no vas contando lo mismo.

He de recuperar para las huestes, por petición popular, un documento audiovisual de hace apenas unos días y que ya es, sin embargo, histórico. Una entrevista a Tamara Falcó en el plató de Qué tiempo tan feliz que si hay justicia divina pasará a los anales de la memez junto a la obra completa de Paulo Coelho. Oigo hablar a esta chica y me cuesta reconocer en sus palabras a la hija de la señora que deslumbra a sus invitados con pirámides perfectamente simétricas de bombones dorados. Me cuesta creer que esta sea la astilla de aquel palo que según los bardos del antiguo cuore le dijo en el proceso de divorcio a su primer marido, un tal Julio Iglesias: “Voy a tener más portadas que tú”. ¡Toma moreno! Lo acabaría consiguiendo, por cierto. Isabel Preysler probablemente inventó un oficio en España que ha dado de comer a muchas famélicas de esas que ni se inmutan cuando resbala el verbo de Arias Cañete.

Paolo Vasile Isabel Preysler Filipinas Tamara Falcó