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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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'Pechotes' salvajes

Ayer me percaté de lo que pasaba. Siempre que cuento esa historia la gente me mira raro y la verdad no sabía muy bien por qué.

Foto: Isabel Mateos, popularmente conocida como 'la Pechotes', en una imagen de su Facebook
Isabel Mateos, popularmente conocida como 'la Pechotes', en una imagen de su Facebook

Ayer me percaté de lo que pasaba. Siempre que cuento esa historia la gente me mira raro, y la verdad no sabía muy bien por qué. Ahora lo tengo meridianamente claro. Sí, las historias de empresas paridas en un garaje suelen ser mentira. El Confidencial nació en uno. De verdad. Y ese debe de ser el problema.

Estoy leyendo Icon, la revista masculina de El País. La respuesta al porqué de la reacción unánime de los interlocutores de mi relamida historia de superación y garajes está en la página 130, la que alberga un artículo firmado por Tom C. Avendaño y titulado, precisamente, "Lo del garaje era mentira". A veces hay cosas que sabes pero a las que no otorgas sentido hasta que alguien lo hace por ti. Este va a ser el caso. Tom narra en su texto los cuentos de viejas que se han encargado de labrar la leyenda de las grandes compañías del planeta y, qué casualidad, casi todas nacieron en un garaje. Apple, Google, Disney, Mattel… Facebook lo hizo en un dormitorio y YouTube en una cena, tanto monta.

No sé si estos mitos tienen en España los mismos efectos sobre la población, la verdad. Sobre todo entre los más jóvenes. Reflexiono sobre este asunto el miércoles por la mañana mientras escucho a ‘la Pechotes’ (19) en Espejo Público. Como ganarse ese mote también implica seguramente ciertos esfuerzos, ciertos trabajos duros, muy duros, cada vez más duros, supongo que su empresa también nació en un garaje.

‘La Pechotes’ es la mejor amiga del ‘pequeño Nicolás’, ese crío que tiene revolucionada a las dos Españas, a la de la tarjeta del Carrefour y a la de la tarjeta ‘black’. Una historia total que a mí también me ha hechizado, sobre todo porque si ves una foto del menda tiene toda la pinta de ser el primero en morir en una película de miedo, antes incluso que la rubia y el negro de turno y, sin embargo, se duchaba todas las mañanas en el aseo del CNI.

Pero volvamos al miércoles por la mañana. Nacho Abad le hace la autopsia vía teléfono a la amiga del ‘pequeño Nicolás’ en el directo de Espejo Público. El comienzo de la cosa es insuperable. ‘La Pechotes’, alias Isabel Mateos, asegura que no le gusta su mote. Tampoco entiende por qué se lo han puesto. Y, sinceramente, viendo una foto suya yo tampoco me lo explico.

La joven lo tiene claro; ella lo único que quiere es defender públicamente al ‘petit Nicolás’, por ese compromiso adquirido que todo ser humano tiene con la verdad. El dinero no le interesa, por supuesto, por eso la chica ha contratado los servicios del representante de Belén Esteban y ha cebado con una llamada a Espejo Público la que será su aparición estelar en televisión dentro de muy poco tiempo. Su chulo ya le está negociando los cuartos y la cosa no pinta nada mal. El garaje de esta chica no es aquel en el que nació Apple (2066 de Crist Drive, Los Altos, California), pero su empresa también promete.

Hace unos días vi en el cine Relatos Salvajes, una comedia negra que recomiendo encarecidamente. Está compuesta por varios cuentos autoconclusivos unidos por una idea común: todos narran historias mundanas que nos pueden sacar de nuestros cabales hasta convertirnos en los seres más violentos. Una multa, una infidelidad, el tipo que conduce a treinta por el carril izquierdo, escuchar a ‘la Pechotes’ en Espejo Público

Los Relatos Salvajes del argentino Damián Szifron sin duda tienen gancho. Mi anécdota preferida, mi comodín para charlas anodinas, sin embargo, sigue sin hallarlo. El Confidencial nació en un garaje y ahora es el tercer diario más leído del país, pero esa historia ya no funciona. Al menos en España. La gente prefiere otras, como la de ‘la Pechotes’ que, por cierto, como no podía ser de otro modo, está estudiando periodismo. Y promete.

Lo cierto es que vuelvo a estar confuso. A las 10 de la mañana de este jueves, mientras leía Icon, tenía claro que la clave de mi fracaso como narrador de patrañas fútiles en comidas más banales aún radicaba en una verdad casi aristotélica: lo del garaje casi siempre es mentira. Ahora, sin embargo, doce horas después, a las 10 de la noche, mientras termino este texto, que por cierto estoy escribiendo desde mi garaje, empiezo a pensar que lo que ocurre es que tengo los pechos demasiado pequeños para triunfar en España.

Ayer me percaté de lo que pasaba. Siempre que cuento esa historia la gente me mira raro, y la verdad no sabía muy bien por qué. Ahora lo tengo meridianamente claro. Sí, las historias de empresas paridas en un garaje suelen ser mentira. El Confidencial nació en uno. De verdad. Y ese debe de ser el problema.

Nacho Abad Periodismo