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Siete momentos bastos y un solo apellido (Rovira)
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Siete momentos bastos y un solo apellido (Rovira)

Edgar Allan Poe decía que “todas las obras de arte deberían empezar por el final”, pero, si hubiera visto alguna vez los Goya, habría incluido en

Foto: El actor Dani Rovira, maestro de ceremonias en los Premios Goya 2015 (Gtres)
El actor Dani Rovira, maestro de ceremonias en los Premios Goya 2015 (Gtres)

Edgar Allan Poe decía que “todas las obras de arte deberían empezar por el final”, pero, si hubiera visto alguna vez los Goya, habría incluido en su máxima también las galas de premios. Sabemos que Poe nunca vio los Goya porque hay hasta siete hipótesis que explican su enigmática muerte (asesinato, tumor, alcoholismo, cooping…), pero el aburrimiento no está entre ellas.

Si los Goya 2015 hubieran empezado este sábado por el final, habríamos visto a los hacedores de La isla mínima recoger el cabezón principal (algo que por otro lado ya intuíamos que ocurriría) y nos habríamos ahorrado casi cuatro horas de sopor, impostura y resentimiento pijiproletario. Otro déjà vu. Menos mal que estaba él. Dani. Dani Rovira. Goya al mejor recogedor de Goyas (actor revelación); al mejor beso; al mejor chiste; a las mejores piernas; al mejor maestro de ceremonias... Goya de honor. Un honor para los Goya. Uno más.

Lo hizo bien el chaval. Muy bien. Casi todo. Fue, de hecho, lo mejor. Lo único mejor. Abanderó una primera media hora de gala ‘antipatriota’, esto es, bien hecha, con gracia, con ritmo, con el Resistiré del Dúo Dinámico como banda sonora perfecta para nuestro ADN. Luego nos fuimos de funeral. Un funeral interminable. Hasta Peter Jackson tiene más capacidad de síntesis que los guionistas de esta verbena fúnebre. Eran más de la una y media de la madrugada cuando nos estábamos yendo todos a hurtadillas y allí dejamos al muerto todavía dando guerra.

Empezó pintando en vascos y acabó pintando en bastos. Pero hablemos de razones. ¿Por qué una gala que se las prometía felices terminó (¿alguien sabe por cierto si terminó?) agotando la paciencia de todo el mundo? He aquí siete razones que explican el desbarro. No están todas las que son, pero desde luego son todas las que están:

1.- Almodóvar se sentó con el pelo a punto de nieve en primera fila creando un microclima de Oscar, junto a Banderas, Pe y a sus inseparables gafas de sol #SoyFotofóbico #Postureo. Se las quitó solo para mirar a José Ignacio Wert a los ojos desde el escenario y negarle la entrada en el cotizado club de los “amigos de la cultura”. “Usted no está incluido”, le dijo. No tenía ganas de protagonismo mi amigo el manchego ni na’. Y recurrió a lo de siempre, al ‘No a la guerra’. Pero a Wert las pullitas le daban un poco igual. Él estaba allí sentado al lado de su churri (segunda en el ministerio de Cultura) esperando el canapé de después. #SuperMinistro #ComoMeLoMonto.

2.- González Macho sobre el escenario. La misma arenga que el año pasado. Y que el anterior. Un discurso, el suyo, de IVA y vuelta. Un discurso de sobra. Diez minutos de sopor.

3.- Antonio Banderas citó en su vibrante alocución a Unamuno, Stella del Carmen, Cervantes, Taylor Swift y Carlos Saura, entro otros compañeros de farra. Pensábamos que el Goya de Honor entregado a una persona de 54 y no de 90, como suele ser costumbre, nos ahorraría un espectáculo que habitualmente suele ser inhumano y bochornoso. Nos equivocábamos.

4.- Los palpitantes números musicales de todos los años. Adrián Lastra bailando claqué, Álex O'Dogherty haciendo las veces de hombre orquesta. Tras 29 ediciones haciéndolo así de bien, por qué seguir intentándolo…

5.- Los grandes momentos de la retransmisión. Con esos planos vacíos, esos barridos hacia ninguna parte. Sin duda el champán corrió por el set de realización antes que por ningún otro sitio.

6.- Los cortometrajistas sentados cual niños del coro en el escenario para ahorrar tiempo y acelerar el ritmo de la gala. Una gran medida. Sin duda lo lograron. Acabaron solo a las dos de la madrugada.

7.- Los discursos, todos ellos palpitantes. Y cortos. Muy cortos.

Por cierto, ¿alguien sabe si ha acabado ya la gala?

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Edgar Allan Poe decía que “todas las obras de arte deberían empezar por el final”, pero, si hubiera visto alguna vez los Goya, habría incluido en su máxima también las galas de premios. Sabemos que Poe nunca vio los Goya porque hay hasta siete hipótesis que explican su enigmática muerte (asesinato, tumor, alcoholismo, cooping…), pero el aburrimiento no está entre ellas.

Penélope Cruz
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