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El viejo y desconocido San Juan de Puerto Rico
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Daniel Camiroaga

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Daniel Camiroaga

El viejo y desconocido San Juan de Puerto Rico

Calles adoquinadas, y casas teñidas de colores pastel, iglesias encaladas de blanco como en cualquier pueblo andaluz; fachada color canela del teatro Tapia, el más antiguo

Foto: El viejo y desconocido San Juan de Puerto Rico
El viejo y desconocido San Juan de Puerto Rico

Calles adoquinadas, y casas teñidas de colores pastel, iglesias encaladas de blanco como en cualquier pueblo andaluz; fachada color canela del teatro Tapia, el más antiguo de Puerto Rico. Viejos boricuas soban pacientemente las fichas desgastadas de un domino, bajo la sombra de las palmeras. Plazas coloniales armonizan la ciudad en torno a la cual discurre la vida del viejo San Juan: Plaza de Armas, entonces militar; San José, la más antigua; Colón junto a una de las entradas originales de la ciudad.

Un océano azul y limpio que baña el horizonte, devuelve algunas noches el brillo que el sol le regaló durante el día. El empedrado de las calles impone un sonoro y constante traqueteo y a cambio regala increíbles tonalidades que van del gris al azul más claro. 

Hercúlea fortificación, que recuerda la de Acre. Altas y gruesas murallas, fortaleza perforada de pasadizos subterráneos que comunican un puesto con otro, garitas que cuelgan sobre el océano y el oxido de los cañones que en otro tiempo ayudaban a contener al pirata. San Felipe del Morro, cierra la bahía; el Castillo de San Cristóbal la protege y en medio, el colorido barrio de la Perla, asomado al mar.

La muralla crece hasta llegar a la puerta de San Juan. Al fondo, en la catedral, la más antigua del continente descansan Juan Ponce de León y San Pío. No se me ocurre un lugar mejor donde pasar toda una eternidad que el cementerio de Santa María al borde del mar. Los domingos en la esplanada las cometas, caseras, cubren de color el cielo.

Santurce, el mercado tradicional, venido a menos, aún ofrece interesantes puestos de cigarros y fruta. Los sábados desde las 6 de la mañana, el olor a pan recién hecho y la llegada de los primeros agricultores para montar sus puestos en el Mercado Agrícola Natural, bajo la arcada del antiguo fuerte de Ballaja, realzan el sabor de la plaza.   

Tres culturas: Española, taína y africana; moldean al boricua. Pescado, frutas, alubias y especias sazonan la cocina local. 

Desayuna en la Bombonera, café centenario, café cremoso y amargo y un estupendo bol de fruta. Cruza en barco sobre un mar infestado de escualos, a la destilería del ron más famosa del mundo: Bacardi.

En el barrio de Santurce, deliciosa y barata comida criolla en La Casita Blanca. Interior decorado con plantas, paredes verdes y unas cuantas mesas desordenadas, con mantel de plástico. Buenos restaurantes también a lo largo de la calle Fortaleza, SoFo. Trepidante el ritmo de la calle San Sebastián, invadida por la diversión de noche, y por artistas que presentan sus noches de galería todos los martes.

Al otro lado del puente Bocas de Cangrejo, pasado el aeropuerto, en Piñones, muy buenas playas y chiringuitos auténticos; pero el secreto mejor guardado es isla Culebra y sus playas paradisiacas. Flamenco, 2 millas de fina arena blanca, sobre un mar azul cristalino intenso con agradables chiringuitos. Alquila un kayak y cruza a Tortuga bay donde anidan las tortugas y existen jacuzzi naturales. 

Para dormir, el hotel El Convento, adquirido en su día por el millonario Woolworth, aúna el encanto y esplendor del viejo mundo con el diseño y la arquitectura colonial y las comodidades de un hotel de lujo. En su bar, Pizza e Birra, se sirven  casi un centenar de cervezas artesanales de todo el mundo, una buena excusa para sentarse tranquilamente en su terraza. 

Calles adoquinadas, y casas teñidas de colores pastel, iglesias encaladas de blanco como en cualquier pueblo andaluz; fachada color canela del teatro Tapia, el más antiguo de Puerto Rico. Viejos boricuas soban pacientemente las fichas desgastadas de un domino, bajo la sombra de las palmeras. Plazas coloniales armonizan la ciudad en torno a la cual discurre la vida del viejo San Juan: Plaza de Armas, entonces militar; San José, la más antigua; Colón junto a una de las entradas originales de la ciudad.