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Lesvos, amor a primera vista
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Daniel Camiroaga

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Daniel Camiroaga

Lesvos, amor a primera vista

Cuando el sol está a punto de dejar el cielo y esconder su esfera roja de nuestras miradas, el ferry parte del Pyreo rumbo a la

Foto: Lesvos, amor a primera vista
Lesvos, amor a primera vista

Cuando el sol está a punto de dejar el cielo y esconder su esfera roja de nuestras miradas, el ferry parte del Pyreo rumbo a la mítica isla de Lesvos. Cuando las calles están aún desiertas, atracamos en Mytilini, la vieja ciudad que se levanta como en un anfiteatro y está salpicada de mansiones neoclásicas algo decadentes. Coronada en lo alto por un castillo, dicen que de la época de Justiniano,  pasa por ser uno de los mejores auditorios para un concierto en verano. 

Un par de cremosos y algo amargos expresos en el Músico Kafeneon, para desperezarnos e iniciar nuestro paseo por el vibrante mercado donde desde primera hora la gente va en busca del pescado más fresco. La Catedral de San Atanasio del siglo XVI y la más imponente iglesia de San Therapon, ambas presentan una decoración cargada de iconos y retablos fundidos en pan de oro. Para comer en Hermes: calamares, sardinas y pulpo excelente. No obstante, en el viejo barrio de Ermou, en el antiguo puerto encuentras los restaurantes más auténticos.

Siguiendo la estela del sol, Lesvos transforma su paisaje de un verde intenso a un color más parduzco y seco. Dejando el mar, hacia las montañas, los pueblos han parado el reloj, manteniéndose intactos, como hace décadas. 

En la isla se sigue produciendo estupendo queso feta de forma artesanal y sabrosísimas aceitunas de los miles de olivos que cobijan bajo su sombra las colinas.. El Ouzo, la bebida nacional a la que hay que acostumbrarse como al sake, alcanza su plenitud con 40º de alcohol; prueba la marca Dimino, destilado a la antigua usanza.

Petra, es un pueblecito encantador en el que la vida diaria ha cerrado el tráfico a los vehículos. A poco que te alejes del paseo, encontrarás una Grecia tradicional, alejada de los estereotipos del turismo. No todo van a ser playas, aquí se puede visitar la iglesia de Nuestra Sra de la Piedad, desde donde hay unas vistas espectaculares del pueblo. Para dormir, el Sunrise hotel, en Molyvos, a unos 10km, en un promontorio dominando el mar. 

En Eressos, nació el poeta Safo, y en su puerto Skala Eressos, 4km más abajo, las sillas y mesas de colores chillones de los Kafeneon y los restaurantes invaden la playa. ¿Opciones? Tumbarte en su fabulosa playa o dar paseos infinitos por los senderos que salen del pueblo, atravesando granjas y costeando junto al mar. Una buena cena a base de sardinas en el Blue sardine, acompañado de un buen vino blanco, frio, de la marca Methymnaos. 

En Vatera en la parte sur de la isla, podemos dormir en el hotel Taverna, regentado por John Hahathakis un cantante griego que prefirió vivir tranquilo y cantar de vez en cuando para sus huéspedes. Para cenar en la Taberna Akrotiri, deliciosas sardinas, muy buen atún, estupendos mejillones y riquísimo pulpo. En la taberna del hotel Afrodita solo sirven productos de su propia huerta. Su fabulosa playa extiende su arenal 7Km.

Kaloni es un punto de observación de aves fascinante, es parada obligada de las aves en su migración de un continente a otro. En este puerto dicen que se pescan las mejores sardinas de la isla. Además se puede visitar un conjunto de ruinas Bizantinas.

Las termas naturales de Yeros, con verdaderas propiedades curativas, son un lujazo

Cuando el sol está a punto de dejar el cielo y esconder su esfera roja de nuestras miradas, el ferry parte del Pyreo rumbo a la mítica isla de Lesvos. Cuando las calles están aún desiertas, atracamos en Mytilini, la vieja ciudad que se levanta como en un anfiteatro y está salpicada de mansiones neoclásicas algo decadentes. Coronada en lo alto por un castillo, dicen que de la época de Justiniano,  pasa por ser uno de los mejores auditorios para un concierto en verano.