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Brujas, romántica y cautivadora
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Daniel Camiroaga

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Daniel Camiroaga

Brujas, romántica y cautivadora

Canales cuya savia penetra en el corazón de la ciudad recreando una atmosfera hechizante, cautivadora y romántica. Calles empedradas de adoquines sobre las que resuenan los

Foto: Brujas, romántica y cautivadora
Brujas, romántica y cautivadora

Canales cuya savia penetra en el corazón de la ciudad recreando una atmosfera hechizante, cautivadora y romántica. Calles empedradas de adoquines sobre las que resuenan los cascos de los caballos que tiran de las calesas mostrando la ciudad. Pequeños puentes de un solo ojo que salvan los canales y unen los barrios. Torres cuyos puntales son referencia siempre visible en la ciudad. Magnífico carillón que hace sonar sus campanas en fabulosos y sorprendentes conciertos y que dan un toque mágico al paseo...

Brujas amanece con una cortina de bruma entreverada que surge de los canales, para dar paso a un cielo azulado y claro que refleja tímidamente sobre las aguas en calma la imagen de las casas de ladrillo rojo y fachadas de tejado escalonado. Cisnes y patos nadan creando surcos y ondas en el agua. Callejones solitarios y estrechos recodos, tras los cuales aparece una imagen imborrable de un puente sobre un ramal cualquiera, bajo una imponente hilera de fachadas esplendorosas. 

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El Museo Groeninge, una joya, pequeño y acogedor, expone tal vez la mejor colección de pintura primitiva flamenca. Luis Vives, Van Eyck y la pequeña imagen de La Virgen y el Niño de Miguel Angel, potencian el acervo de esta ciudad belga y la dotan de personalidad.

Testigos mudos de un pasado esplendoroso, cuatro grandes y robustos torreones guardan la entrada por tierra a la ciudad. En el siglo XV, rica y cosmopolita, fue el centro de negocios de Europa y vio nacer al calor de sus posadas y tabernas de entonces, la Bolsa y los pagarés. En contraste, el Convento de las Beguinas, casas de color blanco, puro y silencio. Una comunidad de vida y oración alrededor de un amplio jardín.

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Las plazas de Markt, amplia y diáfana, y Burg, distinguida y elegante, articulan y dan vida a la ciudad. La atalaya de Belfry, la más alta de la ciudad, sobre la plaza del mercado, donde todos los miércoles se abren puestos de verduras y frutas. Enormes, frescas y jugosas manzanas rojas como sacadas de un cuento; quesos que nada envidian de los de su vecina Holanda; perritos de salchicha de medio metro y cucuruchos de patatas fritas crujientes aderezadas con mayonesa. Las mejores, en Frites 1900 y Chez Vicent, junto a la catedral de San Salvador, del siglo XII.

The Chocolate Line, el chocolate convertido en arte por Dominique Persoone. Mejillones en cazuela, croquetas de queso y camarones, endivias y espárragos en temporada. Un paraíso culinario a través de ocho restaurantes con estrella Michelín. Además, cuatro de ellos alcanzan una puntuación de 18/20 en la si cabe más exclusiva GaultMilau.

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En Refter, el segundo restaurante del galardonado chef Geert Van Hecke, se puede comer por 35 €. También destaca Zwaantje, regentado y atendido por la encantadora familia del mismo nombre. En Navidad ofrece un menú exquisito en tono al chocolate, casi una religión en Brujas. El comedor es acogedor y encantador, como comer en casa, pero con un gran chef.

Brujas ofrece tantas cervezas como días del año, pero en la cervecería De Halve Maan, desde 1546, es en la única que se puede beber cerveza artesanal propia, hecha en la ciudad, la Brugse Zot.

Para dormir, el Pand Hotel, en un edificio del XVIII, uno de los hoteles más acogedores, elegantes y de atmosfera más cálida del continente. Tras un buen paseo por la ciudad, se puede tomar una sauna donde templar el frío y disfrutar de una cerveza en su tranquilo patio interior donde suena el agua de la fuente, o en su cálida librería. 

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Canales cuya savia penetra en el corazón de la ciudad recreando una atmosfera hechizante, cautivadora y romántica. Calles empedradas de adoquines sobre las que resuenan los cascos de los caballos que tiran de las calesas mostrando la ciudad. Pequeños puentes de un solo ojo que salvan los canales y unen los barrios. Torres cuyos puntales son referencia siempre visible en la ciudad. Magnífico carillón que hace sonar sus campanas en fabulosos y sorprendentes conciertos y que dan un toque mágico al paseo...