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Vancouver, naturaleza en estado puro
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Daniel Camiroaga

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Daniel Camiroaga

Vancouver, naturaleza en estado puro

Una barrera de cumbres nevadas por un lado y aguas frías y azules por otro protegen una ciudad hecha sobre el verde de sus parques. Es

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Vancouver, naturaleza en estado puro

Una barrera de cumbres nevadas por un lado y aguas frías y azules por otro protegen una ciudad hecha sobre el verde de sus parques. Es vertical, de cristal y de grandes rascacielos. Vancouver nada en la abundancia que le contagia el Pacífico y goza de las bondades de una naturaleza en estado puro y grandiosa que la rodea. Considerada desde hace décadas una de las mejores ciudades para vivir, ha atraído gente que huye del ajetreo y el colapso de Shangai y Hong Kong o de la contaminación de Los Ángeles. Es una ciudad que huele a fresco, a mar, a aire libre y a montaña. Una ciudad cómoda y accesible, en plena naturaleza.

No hay plazas ni un centro definido en esta urbe canadiense, aunque Gastown, de calles empedradas, falsas farolas de gas y edificios de ladrillo rojo reconvertidos en tiendas y restaurantes, sea el punto donde nació Vancouver. Gassy Jack, un antiguo marinero, abrió allí el primer salón de whisky alrededor del cual comenzó a crecer la ciudad.

Grandes cruceros atracan en Canada Place, cuyo tejado en forma de velas es icono de la ciudad. Hidroaviones que despegan en la bahía dirigidos desde la torre de control situada en el edificio del puerto. El Skytrain, automático, sin conductor, circula por el subsuelo en el centro y el exterior en la periferia. Curioso el reloj que despide vapor a las horas en punto, en la esquina de Cambier y Water. China Town, una de las tres más grandes fuera de China. Sun Jan Tsen, un jardín tradicional oriental y uno de los más bonitos del mundo. La Contemporary Art Gallery, buenísimas colecciones de fotografía. Bellas puestas de sol en los jardines de English Bay. Curiosa la biblioteca nacional a imagen y semejanza del Coliseo romano.

Stanley Park, la gran zona verde de la ciudad. Deporte, playas y totems. Es el mejor observatorio para fotografiar el perfil de rascacielos con las montañas al fondo.

Navegar por False Creek hasta Granville Island, que en realidad es una pequeña península, un lugar escogido por artistas de todo tipo para abrir sus estudios y talleres. No en vano allí tiene su sede la prestigiosa universidad de arte Emily Carr. Tiene un gran mercado donde venden el mejor pescado y marisco recién capturado.

Vancouver tiene tres grandes estaciones de esquí a menos de media hora. Cypress Mountain es la más tentadora por el nivel de sus pistas y sus fabulosas vistas sobre la ciudad. Aunque no esquiemos, resulta imprescindible subir en el skyride por las sobrecogedoras vistas de pájaro de la urbe. Y hacer como los locales, pasear con raquetas de nieve por el circuito de esquí de fondo.

Fantástica cocina de profundas influencias orientales donde predomina un pescado y un marisco de una calidad sublime. Blue Water Café, para tomar un estupendo sashimi, fresco como en pocos sitios. Joe Fortes, pescado y marisco en downtown con terraza sobre Robson Street. Maravillosas vistas sobre el skyline desde la terraza del Sandbar, justo bajo las vigas del puente de Granville. Vijs, un indio que lleva toda la vida de moda en el que su dueño hace que te sientas especial. Más de un centenar de furgonetas compiten por ofrecer una comida callejera de calidad, rápida y barata.

Dormir en Loden Hotel, acogedor y con encanto.

Para valientes sin vértigo, el reto de cruzar el puente colgante de Capilano, el más alto del mundo, que se tambalea mientras caminas.

Una barrera de cumbres nevadas por un lado y aguas frías y azules por otro protegen una ciudad hecha sobre el verde de sus parques. Es vertical, de cristal y de grandes rascacielos. Vancouver nada en la abundancia que le contagia el Pacífico y goza de las bondades de una naturaleza en estado puro y grandiosa que la rodea. Considerada desde hace décadas una de las mejores ciudades para vivir, ha atraído gente que huye del ajetreo y el colapso de Shangai y Hong Kong o de la contaminación de Los Ángeles. Es una ciudad que huele a fresco, a mar, a aire libre y a montaña. Una ciudad cómoda y accesible, en plena naturaleza.