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Lefkada, una isla escondida en el mar Jónico
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Daniel Camiroaga

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Daniel Camiroaga

Lefkada, una isla escondida en el mar Jónico

Hereda su nombre de los abruptos acantilados blancos que rompen la monotonía de las aguas turquesas del mar Jónico. Separada del continente por una estrecha lengua

Foto: Lefkada, una isla escondida en el mar Jónico
Lefkada, una isla escondida en el mar Jónico

Hereda su nombre de los abruptos acantilados blancos que rompen la monotonía de las aguas turquesas del mar Jónico. Separada del continente por una estrecha lengua de agua de tan solo 50 metros, aparece dominada por el castillo de Santa Mavra, bastión defensivo contra los turcos. Es una historia de playas y acantilados; iglesias y monasterios; cascadas y vegetación; oquedades en el mar y aguas limpias, transparentes. Playas idílicas, arenas blancas y muelles desvencijados que entran tímidamente en el mar.

Lefkada, el principal puerto de la isla, mantiene intacto el sabor que destilan sus pequeñas plazas en las que desembocan calles estrechas, con casas de siempre, algunas, pintadas de vivos colores y campanarios de pequeñas iglesias.

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En el corazón de la ciudad, la plaza de Agios Spiridon palpita repleta de tabernas y bares dominada por la iglesia del siglo XVII. Puestos callejeros en los que se vende casi cualquier cosa y que parecen estar siempre ahí. A tres kilómetros de la ciudad, el viejo monasterio de Faneromeni es, de hecho, el más antiguo de la isla.

Unos golpes de viento nos llevan delante de Scorpios, la isla del magnate Onassis. Una gran mansión en la que se nota el paso de los años, sobresale en medio de una exuberante y frondosa vegetación. Los Kennedy, Churchill, la Callas o la Garbo han descansado en ella.

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En Nidry, date un baño refrescante, bajo sus famosas cascadas. El kiosco para tomar algo está abierto de mayo a octubre. A no mucha distancia, se encuentra la cueva Papanikolis, una de las más grandes de Grecia, famosa por servir de escondite durante la II Guerra Mundial al submarino del mismo nombre. Una oquedad de tamaño colosal, decorada por estalactitas.

A solo cinco minutos de Lefkada el viento azota con fuerza la playa de Milos, que ha transformado el cielo en una exposición de cometas de colores que cruzan el mar a gran velocidad.

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Egremni, un descenso de 354 escalones hasta su playa de aguas transparentes. Agios Nikitas, apenas una calle (a cuyos lados se abren bares y restaurantes) que baja directa al mar, a una pequeña playa. Fiscardo es uno de los pocos pueblos de la isla que no se vio afectado por el terremoto de 1953, por lo que aún conserva su aspecto de siempre.

Haz un recorrido en ciclomotor alrededor de la isla, de restaurante en restaurante, playa a playa y pueblo a pueblo. En Nidry, para en The Pinewod, una taberna  abierta, casi sobre el mar, donde comer un buen pescado, mientras las olas, rompen constantes contra la orilla. T'agnantio es una apuesta segura y tiene unas vistas preciosas. Sardinas y ensaladas. Parada obligada en el restaurante Panorama, vistas fabulosas sobre el acantilado y una sucesión interminable de arena blanca en contraste con el azul del mar. En el puerto de Vassiliki, el restaurante Stelios sirve muy buenos y variados mezzes, rico queso feta, aceitunas, buen marisco y mejor pulpo.

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En Athani se produce buena miel y aceite, y cuenta con una de las mejores playas de la isla, la de Gialos.

Para dormir, en una de las más bellas aldeas de la zona, la de Katouna, en un pequeño hotel con encanto como el Pavezzo Country Retreat, que antes de su reforma fue un conjunto de casas del siglo XIX en las que habitaban varias familias. Ahora, el hotel regala unas vistas fantásticas sobre el horizonte, el cielo, el mar y los campos de olivos. 

Hereda su nombre de los abruptos acantilados blancos que rompen la monotonía de las aguas turquesas del mar Jónico. Separada del continente por una estrecha lengua de agua de tan solo 50 metros, aparece dominada por el castillo de Santa Mavra, bastión defensivo contra los turcos. Es una historia de playas y acantilados; iglesias y monasterios; cascadas y vegetación; oquedades en el mar y aguas limpias, transparentes. Playas idílicas, arenas blancas y muelles desvencijados que entran tímidamente en el mar.