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¿Son los emoticonos la navaja suiza de la generación 'millenial'?
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Juan Balarezo

Cazatendencias

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¿Son los emoticonos la navaja suiza de la generación 'millenial'?

O los odias a muerte (y ni te dignas responder los mensajes que los incluyen) o te apasionan y no sabes comunicarte sin ellos. Sea como fuere, los 'emojis' se han vuelto omnipresentes. Y sirven hasta de contraseña de tu tarjeta de crédito

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Son esenciales en la vida cotidiana de nuestro siglo XXI. Pero existen grupos de eremitas que reniegan de las redes sociales y de todo aquello que, procedente del lado oscuro de la fuerza, supone una alteración de las formas de comunicación tradicionales. Sus relaciones se fundamentan en un sencillo logaritmo (cara a cara > teléfono > mail > mensaje) y no claudican ante los embates de los círculos de presión. Sin embargo, en la trinchera de enfrente, el ojo de Sauron se alza de nuevo bajo una inédita y amenazadora apariencia: una redonda cara doradaque les saca la lengua.

Desde que Shigetaka Kurita desarrollara los emojis en las postrimerías del siglo XX, estos ideogramas se han convertido en una suerte de interlingua para los millennials. Tanto es así que, según la firma inglesa Intelligent Environments, un 64% de la también conocida como Generación Y –y no digamos ya la Z (no, por desgracia para ellos y para nosotros, te devolverán un emoticono de sorpresa si les nombras a Mazinger)– se comunica con asiduidad usando en exclusiva caras amarillasy demás. No es de extrañar que esta compañía, dedicada en realidad al software bancario, acabe de presentar el primer código PIN basado en una combinación de cuatro emojis que pueden seleccionarse de entre una base de 44. La idea, hay que admitirlo, es novedosa y práctica: no solo permite crear secuencias fáciles de recordar aplicando la mnemotecnia, sino que aumenta significativamente los niveles de seguridad, con 3.498.308 de permutaciones posibles en lugar de las 7.290 actuales. Aunque siempre habrá quien elija el trasunto del incomprendido 1111, las cuatro flamencas.

Los desarrolladores de software, cual perros de la pradera oteando tendencias que rentabilizar, se baten el cobre por dirimir quién la tiene más larga… la biblioteca de estos ubicuos caracteres. Otros, como los creadores de Emojli, nos brindan una mirada mordaz de los acontecimientos. Esta aplicación de mensajería instantánea, ya extinta y surgida como una broma entre amigos, solo permitía comunicarse a través de emojis. ¿El resultado? Más de 60 000 descargas. “Sí, sí; todo fantástico pero al fin y al cabo esto es Internet y ¡queremos sexo!”. Pues aquí lo tenéis. Flirtmoji es una colección de iconos concebidos para un único fin, el sexting. Una app que te evitará esos momentos en los que lanzar determinadas indirectas o expresiones literales a tu pareja u objetivo puede resultar embarazoso o incluso grotesco.

¿Y qué hay de la cultura? Sin duda ha sucumbido sin oponer demasiada resistencia. La Biblioteca del Congreso de Estados Unidos incluyó dos años atrás en sus fondos una copia de Emoji Dick, la interpretación en clave de símbolos del clásico de Herman Melville Moby Dick. El libro, fruto de una campaña de Kickstarter iniciada por Fred Benenson, consta de 736 páginas que, si no eres un escriba reencarnado del Antiguo Egipto, sudarás sangre para descifrar. Una opción más asequible es acudir a Youtube y relajarse contemplando el videoclip Roar de Katy Perry en su versión Lyric, un ejercicio creativo propio de los tiempos que nos toca vivir. Tampoco la moda reniega de su parte del pastel y ya se han creado patrones en los que el célebre mojón con ojos es el protagonista.

Todo se originó con un primer corazón de 12x12 píxeles para la empresa japonesa de telecomunicaciones DoCoMo, y todo finaliza con ese mismo órgano siendo elegido la palabra más popular del planeta en el año 2014, sin ni siquiera ser un vocablo. Un informe del Global Language Monitor señala que este emoji se usó 500 millones de veces. Reflexionemos un instante sobre los nuevos morfemas de la era digital…

Son esenciales en la vida cotidiana de nuestro siglo XXI. Pero existen grupos de eremitas que reniegan de las redes sociales y de todo aquello que, procedente del lado oscuro de la fuerza, supone una alteración de las formas de comunicación tradicionales. Sus relaciones se fundamentan en un sencillo logaritmo (cara a cara > teléfono > mail > mensaje) y no claudican ante los embates de los círculos de presión. Sin embargo, en la trinchera de enfrente, el ojo de Sauron se alza de nuevo bajo una inédita y amenazadora apariencia: una redonda cara doradaque les saca la lengua.

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