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Crónica Día 6. Kraftverksvägen a Overkalix (Suecia)
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Ángel Viñas i Aliau

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Crónica Día 6. Kraftverksvägen a Overkalix (Suecia)

Martes, 21 de agosto de 2012 Esta mañana ha sido de vergüenza. Me he levantado a las 5:30 horas. Ya clareaba y no nos hemos subido a

Foto: Crónica Día 6. Kraftverksvägen a Overkalix (Suecia)
Crónica Día 6. Kraftverksvägen a Overkalix (Suecia)

Martes, 21 de agosto de 2012

 

Esta mañana ha sido de vergüenza. Me he levantado a las 5:30 horas. Ya clareaba y no nos hemos subido a las motos hasta las 10:00. ¡Cuatro horas y media perdidas haciendo la crónica, revisando las motos y rellenando aceites de motor y cambio, etc…! Ahora son las nueve de la noche y estamos instalados en un aceptable hotel llamado Gran Artic en la ciudad de Overkalix. 

Hoy hemos hecho casi 800 kilómetros y mañana quedan otros 700 kilómetros hasta Cabo Norte. Solo 500 en línea recta. Ha llovido todo el día. No con gran intensidad, pero todo el día. 

Las motos de BMW siguen perfectas y están muy por encima del resto del equipo, excepto el GPS que es también magnífico. Las motos se nota que llevan haciéndolas 70 años. Las tiras, las cargas, las mojas, las revientas y todo sigue en su sitio. El casco se me ha caído de las manos y está ya fastidiado. Si estuviera en Madrid ya lo habría cambiado La chaqueta ha calado y el cuello no ajusta. En fin, BMW debería de fabricar o proveer equipamiento, que nos permita hacer lo que sus motos soportan y que es mucho.

Hoy no he mirado el cuentakilómetros, pero debemos de llevar unos 6.500 kilómetros desde que salimos. Solo nos bajamos de la moto para dormir, beber/comer o repostar, y las motos siguen perfectas. Cada día que pasa estoy más entregado e integrado con esta máquina. Tengo un perro (Pólux), es un gran danés arlequinado precioso, que me recuerda a esta máquina. Ese perro te da la impresión de que tiene por objetivo complacerte. Que le gusta hacerlo. Esta moto me produce la misma agradable sensación.

Suecia es un país muy entregado a lo suyo. Ves sobre todo coches y camiones de la casa: Volvo, Saab, Scania…No está tan cuidado como Francia, Holanda o Dinamarca, pero es atractivo. 

Los países cada vez se parecen más. Las mismas ropas, los mismos centros comerciales con las mismas marcas, la misma estructura de las ciudades, los mismos coches, las mismas películas anunciadas, los mismos programas de tv, los mismos sonidos por las radios. Los ricos de todos los países huelen a lo mismo y los pobres también. Todo igual, y cada vez más igual.

No obstante, aquí ha habido dos cosas que me han llamado la atención: los urinarios públicos de hombres y los cementerios, nada que ver naturalmente.

Los urinarios públicos son como un abrevadero de acero inoxidable, que tiene de largo lo que las necesidades del establecimiento exijan. Los he visto de tres o siete metros de largo. Ninguna intimidad. Allí llega cada uno con lo suyo y hace lo que debe o su próstata le permite. Desinhibición total. Cuando hay overbooking, por la llegada de un autocar del Imserso local, con urgencias por prostatitis la mayoría de los varones, pues cada uno se hace sitio como puede, como el público en las llegadas de una etapa de la Vuelta, solo que aquí con pinganillo al aire. Está bien. No he conseguido todavía entender que relación guarda esto con el desarrollo o bienestar de una sociedad tan avanzada, pero algo tendrá que ver.    

Lo de los cementerios es más serio. Son pequeños, cuidadísimos, espaciosos, solo una lápida en el suelo, todas más o menos del mismo tamaño, muy separadas, muchas flores, el suelo todo verde, sin vallas, bien visible, como si fuera un jardín del pueblo, con casas a los lados. Me han parecido maravillosos. No hay ninguna solemnidad, solo cariño. Me han recordado al cementerio de Zermatt, al pie del Cervino, en Suiza, donde hay enterrados, muy probablemente, más escaladores que lugareños y que es del mismo encantador estilo.

Bueno, ahora toquemos madera, que mañana vamos a tratar de llegar a Cabo Norte. Nos quedan unos 700 kilómetros y el pronóstico es de lluvia todo el día.

Ángel está hecho un brazo de mar, el tío. No se queja por nada y hoy ha estado mojado todo el día. Me echa la bronca por mis adelantamientos, como si en lugar de ser mi hijo fuera mi padre. Es un compañero de viaje excelente y he de confesar que es un privilegio impagable poder hacer este viaje con mi hijo. No sé si podré vivir más experiencias con él como esta. Está es imborrable. Mi hija María me ha amenazado con apuntarse al próximo viaje. Puff… A los dos al tiempo, no creo que pueda aguantarlos.

Dadnos fuerzas. Mañana deberemos haber cumplido nuestro tercer objetivo: el punto más al Norte de Europa continental, llegando desde el punto más al Oeste y antes desde el punto más al Sur.

Hoy no cargo fotos. Estoy muy cansado.

Hasta mañana. 

Martes, 21 de agosto de 2012