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Bacira o cómo es posible comer bien en el sitio de moda
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Bacira o cómo es posible comer bien en el sitio de moda

Bacira es uno de los restaurantes más jóvenes de Madrid y sin embargo su cocina, de estilo japo-mediterráneo, se muestra madura y con platos redondos

Foto: Bacira
Bacira

Últimamente, en la euforia aperturista de locales de todo tipo,parece imprescindible incluir, durante los esfuerzos iniciales de comunicación, no solo las bondades de la propuesta gastronómica (si es 'fusión' suma puntos), sino además el diseñador de moda encargado de la propuesta estética del proyecto y, siempre que sea posible, acompañar la inauguración del local con algunas caras famosas en calidad de socios o embajadores de tal o cual marca. Pues bien, si por si todo eso no fuese suficiente, parece ser tendencia contar con no sé cuántos ex de 'restaurante de campanillas' en cocina. Todo lo anterior no es, per se, garantía de éxito alguno si los cimientos del proyecto no son los suficientemente sólidos para atraer y fidelizar clientes tiempo más allá de las primeras y mediáticas semanas tras la apertura.

Bacira, en este caso, parecía reunir muchas de estas peculiaridades, hasta el punto de haber dejado pasar más de un año tras su apertura para dejarme caer por allí.Error, ya que si el nivel habitual es consistente con lo que pude probar el otro día, el sitio merece mucho la pena. A pesar de los clichés.

La cocina la definen como ‘japo-mediterránea’ (o algo así), en la que se reconocen fácilmente platos de la escuela de nuestro querido Luis Arévalo, que tras más de una década animando la gastronomía madrileña, imaginamos habrá amamantado decenas de ‘ex sushi bar' y 'nikkeis’, que participarán con desigual suerte en proyectos gastronómicos de todo tipo. En la oferta de Bacira encontramos viejos conocidos como el magnífico ceviche de erizo, con el justo punto de alegría, o los correctos nigiris de anchoa, en este caso personalizados con aguacate y pico de gallo, platos de clara inspiración ‘arevaliana’ que tantas veces hemos tomado antes.

Dentro de la carta también pueden encontrarse platos para satisfacer los paladares menos osados como el entrecot de vaca vieja fileteada, de Jiménez Barbero, eso sí, y es que un plus de esta casa es la calidad del producto que llega hasta el sobresaliente pan (elaborado por Panic). Dejando de lado las socorridas opciones para los menos arriesgados, en la carta podemos encontrar platos magníficos como el tiradito de dorada y vieira con salsa huancaína, un notable bao de mollejas de ternera o la estupenda ensaladilla, muy al modo Tasquita de Enfrente en la que el plato se corona de ingredientes variopintos (en este caso gambas y huevas de pez volador).

Nos gustaron especialmente los ahumados (no son de elaboración propia, sino de uno de esos buenos proveedores a los que nos referíamos anteriormente), sobre todo el de anguila con ricotta, brotes y tomates secos. Igualmente sabrosas fueron las albóndigas de rabo de toro con puré de patatas especiado. Incluso los postres, generalmente poco interesantes en restaurantes de enfoque similar, no bajan del notable. Prueben la contundente torrija caramelizada con sopa de 'lemon grass' y vainilla.

Mención especial merece la carta de vinos en la que parece imposible no poder encontrar alguna opción que armonice adecuadamente (también en precio) con la comanda. Ítem plus; sileen la carta hasta el final, encontrarán un recomendable y poco habitual apartado dedicado a formatos mágnum, ideales en cuanto el número de comensales a la mesa aumenta y la sed aprieta.

A la hora de hablar del servicio, no podemos más que deshacernos en elogios ya que desde el inicio seatrevierona proponer cambios (y muchos) en el menú elegido, a pesar de la firmeza de mi elección inicial, y continuaron con una simpatía y amabilidad extremas durante toda la comida. Ojalá cundiese el ejemplo especialmente en sitios informales y de precio contenido.

Solo podemos poner un pero a la experiencia y viene por la parte de la sala; no se pueden hacer milagros cuando de maximizar el espacio se trata en una incómoda planta calle (eviten las mesas pegadas a la barra) y un angosto semisótano, aunque quizás pediríamos unas mesas algo más grandes y, sobre todo, unas sillas algo más confortables que inviten algo más a alargar la sobremesa.

Si ya han ido, seguro que tienen motivos para volver una y otra vez, y si no lo hubiesen hecho, esperamos haber despertado el interés por conocerlo tan pronto como puedan.

Bacira. C/ Castillo 31.Madrid.

Calificaciones

Últimamente, en la euforia aperturista de locales de todo tipo,parece imprescindible incluir, durante los esfuerzos iniciales de comunicación, no solo las bondades de la propuesta gastronómica (si es 'fusión' suma puntos), sino además el diseñador de moda encargado de la propuesta estética del proyecto y, siempre que sea posible, acompañar la inauguración del local con algunas caras famosas en calidad de socios o embajadores de tal o cual marca. Pues bien, si por si todo eso no fuese suficiente, parece ser tendencia contar con no sé cuántos ex de 'restaurante de campanillas' en cocina. Todo lo anterior no es, per se, garantía de éxito alguno si los cimientos del proyecto no son los suficientemente sólidos para atraer y fidelizar clientes tiempo más allá de las primeras y mediáticas semanas tras la apertura.

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