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Romano, ¿el penúltimo italiano de lujo?
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Romano, ¿el penúltimo italiano de lujo?

Romano, en la concurrida (gastronómicamente hablando) Plaza de la Moraleja. Ellos mismos se definen como un restaurante de alta cocina italiana

Foto: Romano. Bacalao a la vicentina
Romano. Bacalao a la vicentina

Si hacemos un poco de historia, es fácil comprobar que en Madridlos restaurantes italianos con unas mínimas aspiracioneshan tenido difícil hacerse un hueco y, sobre todo, mantenerlo. Generalmente deslumbrado por el 'marketing', el madrileño medio parece más proclive a visitar cadenas y franquicias de dudosa autenticidad que propuestas de interés y precio asequible. Afortunadamente, tenemos algunas honrosas excepciones queofrecen propuestas de calidad (Don Giovanni, Don Lisander, Casa Marco, el divertido Pasta Mito en el mercado de Chamartín…)y otras que además nos abren los ojos a algunas de las maravillosas cocinas regionales transalpinas (léase la Tavernetta Siciliana o A Vánvera y su cocina de la Romagna). Desafortunadamente, estas excepcionesno existen en cuanto buscamos salas más formales y precios generalmente más elevados.

Es en este subsegmento donde, apoderados por la nostalgia, comprobamos que el índice de mortalidad de proyectos ha sido tradicionalmente elevado. Prueba de ellos es que hoy es, por desgracia, apenas un recuerdo el icónico Boccondivino del sardo Ignazio Deias (proyecto difícilmente repetible por su formalidad y magnífica bodega), que hace mucho tiempo que dejamos de disfrutar de San Carlo (de donde, por cierto, salió Marco di Tullio, cocinero y propietario del anteriormente mencionado Casa Marco), del lujoso Caoba o de alguna de las múltiples incursiones del grupo VIPS en este segmento como Bice o Manzoni.

Precisamente este último ocupó el mismo local del restaurante que hoy nos ocupa, Romano, en la concurrida (gastronómicamente hablando) Plaza de la Moraleja. Ellos mismos se definen como un restaurante de 'alta cocina italiana', sin más detalle. Seguramente, los propietarios (españoles), conocedores del comensal madrileño gracias a algunos otros proyectos(¿les suena Piñera?), hayan evitado meterse en camisas de once varas.

La ubicación ya indica las ambiciones del local: sala amplia y cómoda que cuenta con el plus de una estupenda terraza en cuanto el tiempo acompaña y un magnífico horno de leña con el que el comensal se topa nada más atravesar el umbral de la puerta.

Servicio cortés y formal, de esos que a partir de la segunda visita seguramente sean capaces de referirse a uno por su nombre de pila (algo habitual en los restaurantes de la zona), que tras sentarles en alguna de las cómodas sillasserán agasajados por un cortador de jamón que tratará de seducirles con un magnífico (aunque poco italiano) jamón ibérico acompañado de un sobresaliente pan de ‘focaccia’. Creemos que es mejor reservar fuerzas para probar otras cosas, como por ejemplo los notable ‘involitini di melanzana’ (rollos de berenjena, ‘provolone’ y parmesano) o los barrocos aunque sabrosos ‘zucchine’ (calabacines) con calamares y limón.

Ya desde el aperitivo se percibe un producto cuidado y buenos puntos en la cocina. Continuamos con cualquiera de las excelentes pizzas:apunten la ‘ortolana’, con verduras fritas, ‘provolone’ y ‘mozarella’,o mi favorita, la cuatro quesos 'de verdad', no esa suerte de mezcla de quesos industriales que podemos encontrar en más de un sitio.

Pastas ‘veramente al dente’, en este caso ‘tagliatelle’ con ingredientes nobles como el bogavante, unos riquísimos ‘spaghetti amatriciana’ o una pasta sarda con ‘frutti di mare’ bien frescos y en su justo punto de cocción. Ah, las raciones, cualquiera que sea el plato, son para estómagos de elevada capacidad,así que avisados están para conformar una comanda variada sin morir en el intento.

De postre, tiramisú, más cremoso de lo habitual y servido en un tarro de cristal que, sin ser el mejor que hemos probado, merece mucho la pena. Ouna golosa y calórica 'mousse' de Nutella para los más valientes.

Carta de vinos a precios sensatos, con un puñado de referencias comerciales italianas, suficiente en el resto de denominaciones para encontrar algo que satisfaga a la mayoría de los comensales.

Si buscan un italiano 'genérico' de producto y cocina cuidada y están dispuestos a pagar el sobreprecio, este es un sitio muy recomendable que esperemos mantenga el nivel y, sobre todo, goce del cariño de un público que tanto se le resiste a este tipo de locales.

Calificaciones

RestauranteRomano. Plaza de la Moraleja, 4.Madrid. Tlf:915 55 56 00.

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Si hacemos un poco de historia, es fácil comprobar que en Madridlos restaurantes italianos con unas mínimas aspiracioneshan tenido difícil hacerse un hueco y, sobre todo, mantenerlo. Generalmente deslumbrado por el 'marketing', el madrileño medio parece más proclive a visitar cadenas y franquicias de dudosa autenticidad que propuestas de interés y precio asequible. Afortunadamente, tenemos algunas honrosas excepciones queofrecen propuestas de calidad (Don Giovanni, Don Lisander, Casa Marco, el divertido Pasta Mito en el mercado de Chamartín…)y otras que además nos abren los ojos a algunas de las maravillosas cocinas regionales transalpinas (léase la Tavernetta Siciliana o A Vánvera y su cocina de la Romagna). Desafortunadamente, estas excepcionesno existen en cuanto buscamos salas más formales y precios generalmente más elevados.

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