La hija de un importante político español, una adolescente gótica

Quizá muchos de ustedes recuerden que hace unos años el hecho de ser hippie les suponía un terrible enfrentamiento con los progenitores. Ahora esa forma de vestir ya se ha normalizado, e incluso lo mismo da que el hijo lleve un piercing que el hecho de que vaya de gótico por la vida, no como la catedral de Burgos ni como el barrio homónimo de Barcelona, sino de los que visten de negro y duermen en ataúdes.

Sin ánimo de ofender a nadie por su forma de vestir o por pertenecer a una determinada tribu urbana, en ocasiones el estilismo trae de cabeza a más de uno, aunque no sea el padre o la madre de la criatura en cuestión. Un hijo o hija que, él o ella sabrá por qué razón, ha decidido emular el aspecto de un murciélago o de cualquiera de los vampiros de Anne Rice.

Así sucede con la descendiente de un importante político de nuestro país. Sus queridos padres respetan la decisión de su hija de vestirse de negro y maquillarse hasta la palidez extrema, pero a sus escoltas no les hace tanta gracia. No es que los buenos señores, que tienen a bien proteger a la muchacha tengan nada en contra de cómo viste, el problema es que eso también repercute en su aspecto, ya que para pasar desapercibidos tienen que imitar el aspecto de la joven.

En otras ocasiones no son los hijos los que traen de cabeza a los padres, sino que es la profesión de los progenitores la que les complica un poco la vida a los hijos. Eso le sucedía durante los años en los que su padre ocupó la presidencia del Gobierno, al hijo de Felipe González, que por razones de seguridad tenía que acudir a los bares de Malasaña y a los conciertos acompañado de sus escoltas. No todo el mundo tiene un hijo gótico, pero es menor el porcentaje que tiene un padre presidente del Gobierno.