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Pierre Casiraghi, uno más en la cola del taxi
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Pierre Casiraghi, uno más en la cola del taxi

La búsqueda de la normalidad es una constante entre los miembros más díscolos de las diferentes monarquías reinantes. La princesa Estefanía de Mónaco siempre ha sido

Foto: Pierre Casiraghi, uno más en la cola del taxi
Pierre Casiraghi, uno más en la cola del taxi

La búsqueda de la normalidad es una constante entre los miembros más díscolos de las diferentes monarquías reinantes. La princesa Estefanía de Mónaco siempre ha sido el prototipo típico de princesa rebelde, hasta que más tarde la tortilla se dio la vuelta con historias como las de Mette Marit o Carla Bruni, que de plebeyas de a pie pasaron a convertirse en personajes públicos relacionados con el poder con un pasado que maquillar. La hija menor de Rainiero y Grace Kelly ya ha encontrado la estabilidad deseada y ahora ha cedido el testigo a sus sobrinos, quienes, como el Guadiana, sorprenden con actitudes dispares según la ocasión.

Carlota Casiraghi siempre ha sido una niña tranquila, conocida en los medios de comunicación por su estilo a la hora de vestir y su buen hacer a lomos de un caballo. Lo de sus hermanos ya es arena de otro costal, aunque parece que han encarrilado su vida y han dejado de protagonizar los escándalos que hizo de los Grimaldi una extensión de los Windsor, a tenor de la visita de Pierre Casiraghi y su novia, Beatriz Borromeo, a Ibiza. La pareja, que ha pasado unos días de relax en la isla pitiusa, llegó al aeropuerto balear en vuelo regular desde París y esperó durante más de diez minutos un taxi que les llevase al hotel.

Sus atuendos para la ocasión eran los de unos chicos normales -pantalón deportivo y sudadera- a pesar de que Borromeo es descendiente de una de las familias más poderosas de América Latina y él es hijo de la princesa Carolina de Mónaco. A diferencia de otras actuaciones anteriores en las que bien él o su hermano montaban en cólera cuando veían paparazzis al acecho y mandaban liquidarlos a sus guardaespaldas, en esta ocasión Pierre y Beatriz han demostrado tener los pies en la tierra y disfrutar del esplendor de Ibiza, sin armar demasiado jaleo.
 

La búsqueda de la normalidad es una constante entre los miembros más díscolos de las diferentes monarquías reinantes. La princesa Estefanía de Mónaco siempre ha sido el prototipo típico de princesa rebelde, hasta que más tarde la tortilla se dio la vuelta con historias como las de Mette Marit o Carla Bruni, que de plebeyas de a pie pasaron a convertirse en personajes públicos relacionados con el poder con un pasado que maquillar. La hija menor de Rainiero y Grace Kelly ya ha encontrado la estabilidad deseada y ahora ha cedido el testigo a sus sobrinos, quienes, como el Guadiana, sorprenden con actitudes dispares según la ocasión.