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Bardem y la madre que le parió
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Nacho Gay

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Bardem y la madre que le parió

Algo más de las tres de la madrugada hora española. Uno de los planos elegidos por el realizador de la octogésima edición de los Oscar se

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Bardem y la madre que le parió

Algo más de las tres de la madrugada hora española. Uno de los planos elegidos por el realizador de la octogésima edición de los Oscar se muestra revelador: la madre del artista, Pilar, sentada en la primera fila del Kodak Theatre, llora el éxito de su pupilo. Dos butacas más a la izquierda, Jack Nicholson, uno de los fijos, uno de los grandes, aplaude con fervor escondido tras diez centímetros de gafapasti. Entre ambos, una butaca vacía, que la realización evita mostrar por aquello de conservar intacto el glamour de la gala.

En ese momento, un tipo duro al que, sin embargo, le tiemblan las piernas habla desde lo alto del escenario en perfecto español: "Mamá, esto va por ti, por los abuelos Rafael y Matilde. Va por los cómicos de España que llevaron la dignidad y el orgullo a nuestro oficio. Esto es para España". Apenas tres minutos antes, ese actor, un tal Javier Bardem, ni más ni menos que el Mejor Secundario del año a juicio de la Academia, se había convertido en el primer intérprete español en ganar un Oscar.

Era algo predecible. No sólo por su fascinante encarnación de un psicópata en la no menos fascinante película de los hermanos Coen. Tampoco por los dieciséis premios que había recogido coast to coast en las últimas semanas. Ni siquiera por la expectación que causó su figura de galán atípico en la alfombra roja o por su continuada presencia en el speech con el que Jon Stewart, genial maestro de ceremonias, abrió la gala. Si estás nominado a una estatuilla y te sientan al lado Jack Nicholson es muy difícil que no te lleves el gato al agua.

Actores del ‘viejo continente’

Los Bardem pusieron la nota cañí en una gala con un claro sabor europeo. Los cuatro actores que se alzaron ayer con una estatuilla dorada nacieron en el ‘viejo continente’. La británica Tilda Swinton se llevó por sorpresa el premio a la Interpretación Femenina de Reparto por su papel en la película Michael Clayton. El también británico Daniel Day-Lewis se hizo con el de Mejor Actor, un premio cantado y quizás inmerecido que recogió disfrazado de tipo excéntrico y de aspecto desaliñado. Mientras, Marion Cotillard daba la campanada y se hacía con el Oscar a la Mejor Actriz Protagonista por su gozosa interpretación en la película francesa La Vida en Rosa, donde se mimetiza con la cantante gala Edith Piaf. Dado el grado de emoción que despertó en la joven la proclamación de su victoria ante Julie Christie o Ellen Page, claras favoritas, éste fue sin duda uno de los grandes momentos de la noche.

Hubo algunos más. Sobre todo los protagonizados por los hermanos Coen. Otros que, como Day-Lewis, también se vieron obligados ayer a guardar a buen recaudo su imagen de tipos raros, que cumplen a la perfección con el perfil prototípico del genio pirado. Mejor Película, Mejor Dirección y Mejor Guión Adaptado para ellos, además del premio de Bardem, del que evidentemente toman parte. Cuatro galardones para No es País para Viejos, sin duda la gran triunfadora en una noche que sonó mucho a la del año pasado, cuando Infiltrados se llevó los premios más importantes. No es ésta última la mejor película de los hermanos Coen, pero tampoco aquélla era la mejor de Scorsese. Había también en Los Angeles un sentimiento de deuda hacia los autores de grandes obras como Muerte entre las flores o Fargo, y ayer esa deuda quedó saldada.

La gran derrotada fue sin duda Expiación, hermosa película de Joe Wright que aspiraba a siete galardones y al final hubo de conformarse con el de Mejor Banda Sonora Original, premio que no pudo ganar, por tanto, el otro español nominado anoche, Alberto Iglesias. Juno, por su parte, película que había barrido tan sólo veinticuatro horas antes en los Independent Spirit, y que ha hecho lo propio con la taquilla americana, recibió el reconocimiento de la Academia en la candidatura de Mejor Guión Original, para Diablo Cody, una ex stripper reconvertida a escritora con un gusto horroroso para elegir los trajes que se pone en noches importantes como la de ayer, pero con el talento suficiente como para llevarse un Oscar que, en realidad, tenía bastante fácil.

Una gala algo aburrida y con momentos bochornosos

Jon Stewart estuvo verdaderamente genial como conductor de la ceremonia. Su discurso de apertura, en el que ironizó sobre las películas y actores nominados o sobre las primarias demócratas, fue divertido, ácido, ágil e inteligente. Sin embargo, hubo momentos verdaderamente sonrojantes en la gala celebrada ayer. Como aquél en el que un grupo de soldados americanos desplegados en Iraq entregaron desde allí, en un acto de descarada provocación y promoción del ideario republicano, el premio al mejor cortometraje de ficción.

Hubo algo aún peor: la interpretación en directo de las tres canciones nominadas por la película Encantada, cursis en grado superlativo. Por lo demás, se echó en falta, quizás, la emoción o la agilidad de otras ediciones. La gala se hizo larga, sobre todo por las reiteradas piezas audiovisuales que recogían grandes momentos de las ceremonias anteriores. El homenaje retrospectivo en el ochenta cumpleaños de los Oscar sólo resultó estimulante al principio de la noche, cuando las mentes estaban despejadas y aún podían asumir ciertos ejercicios perifrásticos. Aun así, mereció la pena aguantar hasta casi las seis de la madrugada hora local para ver a los Coen sobre el escenario del Kodak Theatre. Una imagen impagable que habla quizá de un cambio generacional en Hollywood y en la forma de concebir estos premios.

Palmarés:

Película: No es país para viejos.
Director: Joel Coen y Ethan Coen, por No es País para Viejos.
Actor Principal: Daniel Day-Lewis, por Pozos de Ambición.
Actriz Principal: Marion Cotillard, por La Vida en Rosa.
Actor de Reparto: Javier Bardem, por No es país para viejos.
Actriz de Reparto: Tilda Swinton, por Michael Clayton.
Guión Original: Diablo Cody, por Juno.
Guión Adaptado: Joel Coen & Ethan Coen, por No es País para Viejos.
Película Extranjera: The Counterfeiters, Austria.
Película de Animación: Ratatouille, de Walt Disney.
Música Original: Dario Marianelli, por Expiación.
Canción Original: Falling Slowly, de Once.
Dirección Artística: Dante Ferretti y Francesca Lo Schiavo, por Sweeney Todd.
Fotografía: Robert Elswit, por Pozos de Ambición.
Vestuario: Alexandra Byrne, por Elizabeth: La edad de oro.
Montaje: Christopher Rouse, El Ultimátum de Bourne.
Maquillaje: Didier Lavergne y Jan Archibald, por La Vida en Rosa.
Efectos Especiales: Michael Fink, Bill Westenhofer, Ben Morris y Trevor Wood, por La Brújula Dorada.
Montaje de Sonido: Karen Baker Landers y Per Hallberg, por El Ultimátum de Bourne.
Mezcla de Sonido: Scott Millan, David Parker y Kirk Francis, por El Ultimátum de Bourne.
Documental: Alex Gibney y Eva Orner, por Taxi to the Dark Side.
Corto de Ficción: Freeheld.
Corto Animado: Peter & the Wolf.
Corto Documental: Le Mozart des Pickpockets.

Algo más de las tres de la madrugada hora española. Uno de los planos elegidos por el realizador de la octogésima edición de los Oscar se muestra revelador: la madre del artista, Pilar, sentada en la primera fila del Kodak Theatre, llora el éxito de su pupilo. Dos butacas más a la izquierda, Jack Nicholson, uno de los fijos, uno de los grandes, aplaude con fervor escondido tras diez centímetros de gafapasti. Entre ambos, una butaca vacía, que la realización evita mostrar por aquello de conservar intacto el glamour de la gala.