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La mirada ‘pornográfica’ o por qué seguimos viendo ‘Gran Hermano’
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Nacho Gay

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La mirada ‘pornográfica’ o por qué seguimos viendo ‘Gran Hermano’

Esta noche se emite la semifinal de la décima edición del Gran Hermano español. En su última emisión, el pasado miércoles, el espacio congregó frente al

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La mirada ‘pornográfica’ o por qué seguimos viendo ‘Gran Hermano’

Esta noche se emite la semifinal de la décima edición del Gran Hermano español. En su última emisión, el pasado miércoles, el espacio congregó frente al televisor a más de tres millones y medio de espectadores y volvió a liderar sin problemas la extensa franja que ocupa a lo largo del prime time y el late night.

Es el pan nuestro de cada día. España es el único país del mundo que ha resistido diez ediciones consecutivas de este reality. De los otros 64 países en los que ha sido emitido alguna vez, sólo 16 lo repusieron la pasada temporada. En Holanda, cuna del formato, la audiencia descendió del 38% de share en su primera edición al 8,8% de la última. La edición 2008 de la versión australiana tuvo que ser interrumpida a mitad de la travesía por el rechazo del público. Y el Big Brother americano, que sigue emitiendo la CBS, se ha quedado estancado en los cinco millones de espectadores (para un país habitado por más de 300).

Sin embargo en España el formato resiste con estoicismo el paso del tiempo. Atrás quedaron, es cierto, los datos estratosféricos que cosechó aquella primera temporada -año 2000-, que alcanzó un escalofriante 51,2% de share. Aun con todo, Gran Hermano sigue siendo una apuesta segura: en un panorama televisivo tan fragmentado y difícil como el actual, un espacio que no ha caído nunca por debajo del 20% debe ser considerado, sin paliativos, una de las joyas de la corona por los programadores de Telecinco, cadena en la que se emite.

Gran Hermano es seguido fundamentalmente por mujeres (62,7%), de clase social media (43,3%) y de edades comprendidas entre los 13 y los 44 años. Ese es el ‘target’ nuclear, básico, fundamental del programa, pero quién puede negar a estas alturas no haber visto al menos una vez el espacio; quién puede afirmar –sin miedo a ser absorbido por la 'espiral del silencio' que teorizó Elisabeth Noelle-Neuman- que no ha sucumbido a la tentación de mirar por el ojo de la cerradura al menos durante cinco minutos de su estúpida e insignificante vida. Endemol, productora del exitoso formato, calculaba en 2001, apenas dos ediciones después de haber iniciado su vasta andadura catódica, que tan sólo el 5% de los españoles no conocían el programa.

Voyeurismo y decadencia

Los términos cuantitativos hablan de este asunto a las claras. Gran Hermano permanece en la ‘parrilla’ “a golpe de share”, afirma Javier López Gómez, gerente de Análisis de la empresa Barlovento Comunicación. Telecinco configura su programación en términos de rentabilidad y lo cierto es que Gran Hermano resulta todavía hoy bastante rentable. “No hay que olvidar la función generadora de contenido que brinda a Telecinco; el directo posterior a las galas (un espacio de casi una hora de duración) se sitúa habitualmente en el 30% de cuota, mientras que El debate del domingo (de aproximadamente hora y cuarto) promedia en torno al 25%. Todo ello sin contar la cantidad de minutos y minutos que surten como objeto de crítica a los diferentes magazines de la cadena”.

Lejos de obviedades, una pregunta surge de forma inmediata: ¿Por qué Gran Hermano sigue siendo un formato rentable ocho años y diez temporadas después? ¿Qué tiene este programa que no tengan los demás? ¿Qué características sociodemográficas, psicológicas o de cualquier otra naturaleza han provocado que este formato se mantenga vigente sobre todo en nuestro país?

Dos respuestas a esta pregunta se repiten fundamentalmente entre sociólogos, filósofos y demás estudiosos que se han ocupado de la materia. Unos opinan que el triunfo de GH está íntimamente ligado al estado actual de cosas en España. Otros, quizás los más, a nuestra enfermiza tendencia al voyeurismo. Hay algunos, claro, que unen ambos conceptos.

La primera de las facciones está liderada por pensadores como Gustavo Bueno, defensor del formato en sus inicios, durante los cuales dedicó numerosos artículos e incluso un libro en forma de ensayo, Telebasura y democracia, al análisis de la cuestión. Bueno afirma, en declaraciones a este diario, que “el éxito de Gran Hermano está estrechamente ligado a la situación política, social y cultural de la España actual, a la tendencia permanente que tenemos los españoles a reducir todo a lo subjetivo, a mantenernos en la epidermis de las cosas, al cultivo del ‘ego diminuto’, es decir, el que no rebasa los límites del propio cuerpo. Y todo eso habla de nuestra mediocridad y de nuestra pobreza intelectual”.

Si el vulgo es necio...

La mayoría de los estudios o ensayos que se han publicado sobre Gran Hermano mencionan la cuestión del voyeurismo o 'mirada pornográfica', entendida quizás como la simple tentación del individuo a observar las actitudes del resto sin ser ‘descubierto’; desprovista, por tanto, de su aureola patológica en sentido estricto. Se trataría simplemente de experimentar el infinito placer que supone para muchos contemplar al otro.

Luego está, por supuesto, la cuestión del género: la realidad ‘fingida’ o ‘reconstruida’. A nadie se le escapa, psicologías aparte, que muchos son los espectadores que observan –y viven- el drama de sus iguales para olvidar quizá la mediocridad de sus vidas. El programa presenta a los concursantes como gente común -no lo son- con objeto de lograr la identificación de personaje y espectador. Ellos venden su intimidad y nosotros la compramos. Simple. Legal. Con el morbo que despierta lo casi prohibido, lo casi deshonesto.

Puede, eso sí, que la explicación al éxito de un programa como Gran Hermano sea mucho más simple que todo esto. Lo dijo también Gustavo Bueno: “Cada pueblo tiene la televisión que se merece”.

Esta noche se emite la semifinal de la décima edición del Gran Hermano español. En su última emisión, el pasado miércoles, el espacio congregó frente al televisor a más de tres millones y medio de espectadores y volvió a liderar sin problemas la extensa franja que ocupa a lo largo del prime time y el late night.