¿El 'Aquí hay Tomate' de los progres?

Habló el oráculo Ramoncín al pie del monte Parnaso y la plebe quedó ‘iluminada’. “Sé lo que hicisteis me repugna, es el Tomate de los progres”, dijo… y después se fue a la gala de Operación Triunfo disfrazado de deidad griega, para intentar, con más pena que gloria, clonar los ademanes irreverentes del tal Risto Mejide.

Pero hoy no hablaré de Ramoncín 'Moneda y Timbre', ni de sus entrevistas coñazo, ni de sus ganas de convertirse en un pollero justiciero con ínfulas de profesor de ética, filosofía y buenas costumbres. Intentaré, incluso, obviar en este texto frases textuales que hayan salido de su boca para evitar que posteriormente me pueda requerir derechos de autor.

En realidad, este artículo pretende hablar únicamente de Sé lo que hicisteis, desde el convencimiento fastidioso de que, en parte, el oráculo Ramoncín tiene razón. El programa de laSexta, cuna ‘catódica’ del humor entre underground y casposo, se ha acabado convirtiendo en un programa del cuore, de esos a los que tanto critica. Las noticias de la cosa rosa se suceden una tras otra, alimentando una escaleta que en poco o nada difiere de la de El programa de Ana Rosa.

El sarcasmo y la indiferencia con la que se pretende analizar el material, a día de hoy suenan ya a simple excusa. Atrás quedaron los tiempos en los que Sé lo que hicisteis era un estricto programa de zapping elaborado con cierta retranca y animo de denuncia. Como tal la cosa funcionaba estupendamente, pero la hipertrofia permanente de su duración les ha pasado finalmente factura. Los guiones ya no son tan frescos y El Intermedio de Wyoming se ha acabado convirtiendo en un programa bastante más concreto, definido y mejor elaborado.  

Lo de llevar a Paquirrín como telonero de cuando en cuando ha sido la puntilla. Lamento la deriva chafarderil de Sé lo que hicisteis fundamentalmente por la rubia que lo presenta, que aglutina gran parte del talento que allí se expone cada tarde. Un talento que va más allá de su melena hitchcockiana a lo Tippi Hedren. Ella también es una diva, de las que se lo tiene creído y no concede entrevistas. Un futurible juguete roto. Corre el riesgo Patricia Conde de encasillarse en un formato que no da más de sí. Es hora de que aproveche las reuniones que ha tenido con grandes mandatarios del cátodo (¿verdad Patricia?) y huya.