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El talento de Mr. Pipi (y II)
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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El talento de Mr. Pipi (y II)

Perdonen que me repita, pero a veces uno tiene la sensación de que no puede expresar mejor lo que piensa de lo que lo hizo en

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El talento de Mr. Pipi (y II)

Perdonen que me repita, pero a veces uno tiene la sensación de que no puede expresar mejor lo que piensa de lo que lo hizo en citas anteriores: “Qué se puede esperar de un tipo que tiene nombre de meadilla pijotera… No gran cosa, desde luego”.

Pipi Estrada. Sí. Le recordarán por capítulos míticos de El Tomate como Mira cómo le arrimo la cebolleta a Terelu Campos. No le recordarán, sin embargo, por sus logros como insigne periodista deportivo. Pipi abandonó la profesión en cuanto pudo para convertirse, era su vocación, en un marujilla del cuore; en un correveidile que transita por los diferentes platós de esa cadena verbenera llamada Telecinco.

Disculpen, pero en este punto me volveré a citar a mí mismo: “Que nadie se me ofenda por haber mezclado en el título de este post el nombre de este señor con el de un clásico de la novela negra como El talento de Mr. Ripley. Paralelismos los justos. Ambos, eso sí, Ripley y Pipi, comparten código deontológico. La diferencia es que Pipi no ha tenido que matar a nadie para medrar en la vida. Él, simplemente, empeñó su mejor neurona en dar un ‘braguetazo’ con la hijísima de la madrísima, esto es, con Terelu Campos”.

De ahí al cielo del cátodo, que todo el mundo sabe que es el cielo más celeste del mundo mundial. Comprenderán que un tipo que ha estado al lado de las Campos y David Beckham merece cuanto menos un lugar destacado entre la variopinta fauna ‘fallera’ del espectro. Se trata sin duda de alguien importante, con muchas cosas que contar. Así que ha participado este señor en todos los folletines televisivos que, desde aquel arrumaco con Terelu, le han permitido sus folletones.

Ha querido la providencia, divina o no es indiferente, que quien se ha dedicado tanto tiempo a hablar de los 'cuernos' de los demás, al final haya tenido que hablar también de los suyos. Y claro, ha acabado a golpes con un tipo, Jimmy Jiménez Arnau, ex miembro de los Franco –no sabemos también si ex franquista-, cuyo historial delictivo en el cátodo es aún más extenso que el de Pipi. Ahora el talentoso Pipi dice que no se acuerda de nada. Pero algo haría para que le hayan dado un toque en Telecinco, territorio sin ley.

De todos modos, el debate no es ese. Discutir ahora, en estas circunstancias, sobre la infinita idiotez intrínseca a la naturaleza humana, es una solemne pérdida de tiempo. La cuestión es otra bien distinta. La cuestión nos invita a preguntarnos cómo es posible que una cadena de televisión albergue semejante espectáculo y lo publicite durante dos, tres, cuatro días en su web y en sus programas para sacar de este melón la mejor tajada posible.

Exprimirá Telecinco el asunto hasta su desintegración en átomos. Batirá la casa récords de audiencia, mientras una sociedad antropófaga, ávida de carnaza, devora a su nueva presa. Y lo harán en riguroso horario infantil, quizá incluso junto a sus hijos, que encontrarán en Mr. Pipi 'puños de acero' su mayor héroe de niñez.

El signo de los tiempos.

Perdonen que me repita, pero a veces uno tiene la sensación de que no puede expresar mejor lo que piensa de lo que lo hizo en citas anteriores: “Qué se puede esperar de un tipo que tiene nombre de meadilla pijotera… No gran cosa, desde luego”.

Terelu Campos