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El curioso caso de ‘Bordiú Button’
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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El curioso caso de ‘Bordiú Button’

Vuelve Carmen Martínez-Bordiú a las portadas por Navidad. La nieta de Francisco Franco, la nietísima, como se la conoce en los corrillos de la jet en

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Vuelve Carmen Martínez-Bordiú a las portadas por Navidad. La nieta de Francisco Franco, la nietísima, como se la conoce en los corrillos de la jet en la que habita, aparece esta semana de fechas tan señaladas en la fachada de su revista de cabecera, vestida de rojo ‘Valentino’ y, sobre todo, más guapa y más joven que nunca.

Como si se tratara de Brad Pitt en la película El curioso caso de Benjamin Button, Carmen parece cumplir los años hacia atrás en el calendario de ¡Hola! Los avances de la ciencia (informática, por supuesto) parecen claves en este inquebrantable pacto con el diablo, que hoy, como casi siempre, vuelve a vestir de Prada.

Cuesta creer que la mujer que aparece en las portadas con más glamour de la corte y la que decora de cuando en cuando el kiosco de los lunes, de más baja ralea, sean tan distintas. Photoshop mediante o no, lo cierto es que la nietísima es incombustible y sigue siendo una de las indiscutibles reinas de corazones, ese tipo de señoras a las que les sale un herpes y les dan una primera página. Señoras que durante mucho tiempo, cuando corrían mejores, han estado cobrando una mensualidad por parte de sus tutores en el chow business.

Esta vez Carmencita posa para (además de recibir sus generalísimos jornales, claro) mostrarnos su palacio renacentista en la Milla de Oro de Madrid, el barrio más caro y exclusivo de la capi, que es como conocen a Madrid los hijos y nietos de.

Aparece la doña con hasta ocho modelitos diferentes posando en las distintas estancias de su señorial vivienda. Sedas, encajes y rasos de Kuala Lumpur esconden el glorioso cuerpo de la señora de la casa. Nótese, lo hará quien pueda hojear el reportaje, que el tamaño de las caderas de Carmencita varía en todas y cada una de las fotos. Caso extraño, el suyo. La culpa seguramente ha sido del becario de turno.

En otro orden de cosas está la decoración. Muy sencillita. Cerámicas de imitación de la dinastía Ming, tapices de la Real Fábrica, cuberterías y cristaleríasmariantonianos’ o sillas de piel de leopardo a juego con sus zapatos. Particularmente llamativos son los marcos que descansan sobre su mesilla, algunos de los cuales parecen conservar la foto original con la que fueron comprados. O eso, o no es su casa. Y no se extrañen demasiado, no sería la primera vez que ocurre.

Carmen Martínez-Bordiú ha alcanzado esta fría mañana de diciembre cotas inexploradas hasta la fecha en lo que se refiere al concepto de impostura. El vademécum que recoge este hallazgo de la humanidad vale dos euros, pero merece la pena llevárselo a casa y deleitarse durante unos minutos con su contenido. ¿Que por qué? Es lo que alguien llamó el discreto encanto de la burguesía.

Vuelve Carmen Martínez-Bordiú a las portadas por Navidad. La nieta de Francisco Franco, la nietísima, como se la conoce en los corrillos de la jet en la que habita, aparece esta semana de fechas tan señaladas en la fachada de su revista de cabecera, vestida de rojo ‘Valentino’ y, sobre todo, más guapa y más joven que nunca.