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Cristina Pedroche, Lara Álvarez, Lucía Villalón o el auge de la reportera lapa
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Cristina Pedroche, Lara Álvarez, Lucía Villalón o el auge de la reportera lapa

No son moluscos, pero buenos muslos tienen. No usan tentáculos, pero buenos… En fin, que suelen ser muy monas. Cristina Pedroche, Lucía Villalón, Lara Álvarez

Foto: Cristina Pedroche, Lara Álvarez y Lucía Villalón
Cristina Pedroche, Lara Álvarez y Lucía Villalón

No son moluscos, pero buenos muslos tienen. No usan tentáculos, pero buenos… En fin, que suelen ser muy monas. Cristina Pedroche, Lucía Villalón, Lara Álvarez. No están todas las que son, pero son todas las que están. Reporteras de televisión, una raza en sí misma. Señoras bien dotadas para todo menos (muy habitualmente) para hablar delante de la cámara. Un detalle sin importancia. Pero nadie es perfecto, como dijo Joe E. Brown al final de Con faldas y a lo loco.

Hablamos de chicas guapas y listas cual animadora de película teen. Y sí, también se ligan siempre al jugador más guapo del equipo de rugby que se tercie. De hecho, sobreviven adheridas casi por norma a un hombre de éxito.

Lo sé, este discurso suena machista. Pero no más que este otro: "No voy a dejar ni que tú ni que Kiko coja una fregona y limpie, porque aquí hay tías que lo pueden hacer. Yo soy así". (Belén Esteban dixit).

De todos modos, esto del machismo catódico me toca un poco las pelotas. Siempre que se dice que una chica está ahí por lo que está se te echa la gente encima. Pero machista no es el tipo que denuncia que una mujer ha llegado lejos en la vida apoyada en sus turgencias, machista es la sociedad que permite que eso ocurra; machista es un país en el que la audiencia vacila en proporción al tamaño del escote de turno; machista es una casta poblada por gente como Belén Esteban.

Permítanme aquí un inciso, un interludio chonista para hablar de este fenómeno paranormal llamado GH VIP. Media España pendiente del duelo a muerte entre la citada señora del barrio de San Blas y Olvido Hormigos. Este es el país del que les vengo hablando. A un lado del ring, una mujer que echó hace lo menos quince años un mal polvo con un mal torero. Al otro, una esposa y madre que abandonó el porno de la política para hacer uno algo más explícito en YouTube. Grandes méritos los suyos. Los de ambas. Llámenme machista ahora también, si quieren. Pues eso, que cuatro millones de personas (de media, si les digo la audiencia acumulada se desmayan) asistieron el combate en directo el pasado jueves.

Dicen que las figuras del Guernica se retorcían el viernes más que nunca.

Pero volvamos al lío. Yo no tengo nada en contra de Cristina Pedroche o Lara Álvarez. Tampoco contra la recién llegada Lucía Villalón, pobrecita mía. Mi problema, quizá, es que no creo en las casualidades. Y aquí las hay. Muchas. Sergio Ramos, Ángel Martín, Cristiano Ronaldo, Adrián Lastra, David Muñoz (Diverxo), Miguel Torres… La lista es interminable. Algunas hasta los han compartido. O eso dicen. ¿Es malo que se líen con tíos famosos? No. Pero la pregunta es obligada para la ciencia: ¿una reportera de televisión no se puede enamorar de un ser anónimo?

Por otro lado, me encantan los clichés del tipo “no hablo de mi vida privada”. No, claro, solo la rentabilizo posando en photocalls y ocupando prime times. También que ellas mismas hayan denunciado en ocasiones que son más que “una cara bonita”. Y es verdad, es injusto que la gente no las mire siempre a los ojos. Sobre todo cuando posan para la revista FHMo presentan las campanadas en cueros. Y todo esto estaría bien si al menos tuvieran empatía, carisma, si se sostuviesen en pie sin pinganillo. Entonces daría lo mismo, pero…

El caso de Lucía Villalón (Real Madrid TV) es paradigmático en este sentido. El lunes se empieza a rumorear que tiene algo con Cristiano Ronaldo y el jueves se confirma su fichaje por Antena 3 para ser la chica de la Fórmula 1. Antena 3, esa cadena de corte familiar que este año promete enseñar a los niños más que ningún otro. Ahora dicen que el acuerdo estaba cerrado antes del lío mediático. Elemental.

Algunos me reprocharán que solo nombre a chicas en este artículo, pero sinceramente chicos no se me ocurren. No es una cuestión de sexo, creo que tiene que ver simplemente con el talento. Si acaso el símil masculino que más me recuerda a estas niñas es el del hipertrofiado checoslovaco (antes actor de comedias, ejem)que trabaja con José Luis Moreno. En la tele y en casa. Un ejemplo de libro en lo que se refiere al tráfico de influencias (de esclavos, incluso).

Pero no nos desviemos. Estábamos hablando de doncellas con escaso talento para el show business que sin embargo cobran pastizales de escándalo. Vaya, ya me ha salido otra vez mi vena machista. Porque el machista soy yo y no la cadena que las contrata ni los pueblos que se encargan de empalmarlos audímetros cuando aparecen en pantalla.

Machista soy yo, pero me queda el consuelo de que nadie es perfecto. ¿Verdad, Joe?

No son moluscos, pero buenos muslos tienen. No usan tentáculos, pero buenos… En fin, que suelen ser muy monas. Cristina Pedroche, Lucía Villalón, Lara Álvarez. No están todas las que son, pero son todas las que están. Reporteras de televisión, una raza en sí misma. Señoras bien dotadas para todo menos (muy habitualmente) para hablar delante de la cámara. Un detalle sin importancia. Pero nadie es perfecto, como dijo Joe E. Brown al final de Con faldas y a lo loco.

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