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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Pilar Rubio y otras razones de pecho para el éxito

Muchos se preguntan cuáles son las razones del éxito de mujeres como Pedroche, Lara Álvarez y Pilar Rubio. No encuentran una respuesta razonable, al menos una que les satisfaga. Pero esas razones están más que claras

Foto: Ilustración de Paco Sordo realizada para 'Vanitatis'
Ilustración de Paco Sordo realizada para 'Vanitatis'

Hay curvas y curvas. Hay formas y formas. Y todas las curvas tienen su forma, menos la muerta de la curva, que es un espectro, o la curva fiscal de Laffer, que por estas tierras casi siempre se nos presenta amorfa. Luego está la curva de la felicidad, que respeta sin duda el perfil de una cerveza. Y, por último, la curva de la audiencia, que sube, que baja y que vuelve a subir, pero que casi siempre, curiosamente, respeta el mismo dibujo: el de una teta.

Sí, una teta. Un seno, un pecho, una mama, una ubre, dos carretas. Y tiran. Tiran que no veas. He conocido a tetas capaces de levantar imperios.Senos que han dado de comer a mucha gente. Nunca como hoy en día dos pechos amamantaron a tantos. Jamás hubo más Rómulos y Remos chupando de una mama al mismo tiempo. Fueron los romanos los que nacieron colgados de la ubre de una loba y, veintiocho siglos y unos días después, fueron también ellos los que instauraron esta forma de vida en España.

Seno, pecho, mama, ubre, talento. Desde que en España la palabra talento es un sinónimo de teta me siento ciertamente infravalorado. He pensado en operarme, pero nunca he conseguido reunir el dinero. Recauchutarse es sin duda la inversión más segura ahora mismo en este país. Tú te inyectas 3.000 euros de silicona en el pecho y al día siguiente Paolo Vasile te inyecta 3.000 euros en tu cuenta corriente. No es ninguna broma. Le ha pasado a una amiga mía. Una que tiene mucho talento. Y no tuvo que ir a la tele ni nada. Te los dan simplemente por si una de las cámaras de Telecinco te pilla alguna vez en un plano recurso. Para que lo decores.

Hablo de talento e inmediatamente me viene a la cabeza Pilar Rubio. Es automático. Le pasa a todo el mundo, creo. Como cuando hablas de decencia, que siempre piensas en Rodrigo Rato. O cuando hablas de rigor, que te viene inmediatamente la imagen de Lydia Lozano. Pues lo mismo.

Pilar trabaja para Pablo Motos, que es como trabajar para Dios, porque Motos está en todos los experimentos, puede con todas las pruebas, sabe todas las respuestas a todas las preguntas. Pero su magna generosidad le invita a dejar cinco minutos de protagonismo cada semana a Pilar, que acude a su programa en condición de reputada personal trainer, con titulación oficial de la Universidad Pontificia de (se abren y se cierran) Comillas.

Y allí estaba la señora licenciada este miércoles diciéndole a la gente cómo hacer ejercicio sin necesidad de moverse de casa. Pilar y Pablo han creado una marca, incluso, que se llama Cambio Constante y que promocionan siempre que pueden. “Tú entras en internet y todos los vídeos son gratis”. Y sí, lo son, pero al lado hay siempre un anuncio, que hoy, por cierto, es de compresas. Yo he probado a hacer los ejercicios que propone Pilar Rubio y, sinceramente, aún no me ha crecido demasiado el talento. No al menos tanto como a ella. Y tampoco lo muevo con la misma gracia en directo. Eso no se aprende estudiando INEF.

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Muchos se preguntan cuáles son las razones del éxito de mujeres como Cristina Pedroche, Lara Álvarez y la citada Pilar Rubio. No encuentran una respuesta razonable, al menos una que les satisfaga. Pero esas razones están más que claras. Y son muchos los que las quieren tocar.

Sin embargo, en el caso de Pablo Motos, por mucho que me pregunto, que me cuestiono, que me indago, no soy capaz de adivinar cuál es el secreto de su éxito.

Pablo Motos en la portada de 'Men's Health'1.- Presenta un programa de entrevistas y no sabe preguntar.

2.- Presenta un programa de humor y no tieneni puñetera gracia.

3.- Y no tiene mucho pechoque digamos, muy a pesar del escandaloso photoshopeado de la portada de Men's Health.

Supongo que su talento está en reconocer el talento de otras. Y eso no es fácil, porque una 90 y una 100 tampoco se llevan tanto. Aun así, hay que decir que el espacio que dirige es vistoso, está bien, no es como Sálvame, que te incomoda al minuto y medio. Te pones a ver El hormiguero y lo cierto es que solo te molesta cuando sale Pilar Rubio.

Deduzco que, en este sentido, Pablo Motos es un poco como Lola Flores. De ella dijo un crítico del New York Times: “No canta, no baila, no se la pierdan”. Recuerdo a La Faraona mientras leo un artículo de mi compañero José Madrid, todo un nostálgico, que la recuerda cuando quedan apenas unos días para que se cumplan 20 años de su muerte. A pesar de que cuando Lola falleció yo casi no había nacido (ejem, ejem), siempre he sido fan de esa señora. Uno está obligado a admirar a una gitana que bajaba al moro a las tantas de la madrugada para llevarle a su hijo una dosis de indudable amor de madre.

Lola Flores triunfó sobre un escenario, como Pilar Rubio. Y lo hizo tirando más bien a fea y con apenas una 90 de pecho. Supongo que eran otros tiempos. Había menos silicona en el mundo y hablábamos menos del éxito. Pero, sobre todo, nos preocupaba un poco más la gloria.

Hay curvas y curvas. Hay formas y formas. Y todas las curvas tienen su forma, menos la muerta de la curva, que es un espectro, o la curva fiscal de Laffer, que por estas tierras casi siempre se nos presenta amorfa. Luego está la curva de la felicidad, que respeta sin duda el perfil de una cerveza. Y, por último, la curva de la audiencia, que sube, que baja y que vuelve a subir, pero que casi siempre, curiosamente, respeta el mismo dibujo: el de una teta.

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