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Los Juegos del Hambre de los Mohedano
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Los Juegos del Hambre de los Mohedano

Padre (Amador), Hija (Chayo) y Espíritu Santo (Rosa Benito), Uno y Trino, han sido expulsados de los platós de Telecinco. Esta es la historia del auge y caída de la familia de 'la más grande' (¿o era la más grande de las familias?)

Foto: Ilustración realizada por Paco Sordo para 'Vanitatis'
Ilustración realizada por Paco Sordo para 'Vanitatis'

No ha pasado desapercibida para casi nadie, y no era para menos, la noticia del reciente destierro de los Mohedano. Mientras un servidor escribe estas líneas, la familia al completo, perro incluido, abandona Burgos cabalgando junto al Cid Campeador por orden de Su Serenísima Majestad. Padre (Amador), Hija (Chayo) y Espíritu Santo (Rosa Benito), Uno y Trino, han sido empujados por razones varias a protagonizar la versión patria de Los Juegos del Hambre. Porque hambre sin duda van a pasar.

Algunos creerán que este asunto resulta de total intrascendencia en la España del paro, pero cuán equivocados están, pues este triste adiós televisivo es producto precisamente de esa España. Los Mohedano son ya carne de estadística para informes del INE. La cosa, me explica un prestigioso economista llamado Juanjo Madrigal, va más allá, porque los montajes y desmontajes de este clan, sus revolcones en la arena de una playa hondureña, sus cuernos consentidos, sus desmanes impositivos, sus mañanas ojerosas tras sus juergas Deluxe... supusieron en 2014 aproximadamente el 1% del Producto Interior Bruto, brutísimo, de este país en permanente crisis de algo.

La percha de Los Juegos del Hambre, por tanto, no era una simple metáfora vacua y jactanciosa, sino una triste realidad,la de la familia de 'la más grande'(¿o era la más grandede las familias?), que a todos los hombres de bien nos debe afligir. Mecachis, Rosa.

Con relación a esto del hambre, me cuentan fuentes de toda solvencia que, cuando se estrenó en España la película protagonizada por Jennifer Lawrence, se valoró con detenimiento en Telecinco, capital del reino, la posibilidad de grabar una adaptación televisiva del percal fílmico. Se plantearon llevar a un paraje tropical a 12 famosos que se fueran matando ante las cámaras hasta que solo quedara uno, pero el proyecto fue rápidamente descartado, no porque los directivos de la cosa se dieran de bruces contra el muro de un dilema moral, ya que hay alcazabas en las que ese tipo de muros no existen, sino por dos razones de muchísimo mayor calado.

En primer término, se dieron cuenta de que ya tenían un formato muy similar llamado Supervivientes, hoy en su recta final de temporada. En segundo, uno de los consejeros de Su Serenísima se percató además de que un reality en el que las expulsiones las marca una muerte aumenta considerablemente los costes de traslado a España de los concursantes eliminados (ataúdes, papeleo mortuorio y toda la pesca). Además, al no decidir la audiencia el expulsado no habría ingresos por llamadas telefónicas. Vamos, que era un mal negocio. Ese consejero, por cierto, fue nombrado cortesano del mes.

Como el Cid, Rosa Benito ha sido desterrada dos veces de su tierra. La primera, por agarrar del cuello en horario infantil a José María Franco, exchofer de Rocío Jurado con vocación de portera. Parece que en esa ocasión a Rosa no le habían pedido sus jefes por el pinganillo que mordiera al bicho, así que se vio fuera de plantilla temporalmente, por brusca. Pero Rosa lo tenía que hacer. Estaba obligada. Todos los Francos traen malos recuerdos y a ella José María, particularmente, había venido a recordarle lo que en realidad había sido toda su vida: la mujer que peinaba a 'la más grande'.

Algunos ya lo sabíamos. Para el recuerdo aquella mítica danza de insultos en un aeropuerto. Rocío Jurado, Ortega Cano, Rociito y Rosa cargando contra la prensa con aquel inolvidable: “¡Destructores!”. Esa imagen de Rosa, la señora que arrastraba los bultos de una familia con solera, es, en realidad, muy significativa desde el punto de vista sociológico y televisivo. La Jurado falleció en 2006 dejando una familia rota que se mató por dos duros. Hijos, hermanastros, tíos, padrastros, chóferes y guardia civiles rompieron amarres ante los focos. Con el torero embriagado de algo que se parecía al dolor, un dolor con tufo, porque acabó dando positivo, y la hijísima desaparecida en combate, Rosa se hizo fuerte en ese circo porque no tenía nada que perder y sí mucho que ganar. Se aprendió las canciones de su cuñada, le copiólas formas, los suspiros, los silencios intensos tras una frase trascendental, los ademanes de diosa de Al Ándalus y se hizo amiga del dinero fácil.

Las perras, que por algo llamaba así mi abuela (perra vieja) al dinero, le costaron hasta el matrimonio. Fue el primer divorcio televisado de la historia. En aquel tiempo, Rosa se dio de baja. Lo hizo por prescripción médica. Somos muchos los que pensamos que en España todo el que se divorcia debería tener al menos tres meses de baja. Ella, que es una revolucionaria, los tuvo. Y pagados. Porque al volver se llevó en un cheque todo lo que había perdido en el periodo de barbecho. Pero eso no quiere decir que esa mujer no hubiera sufrido. La imagen de su todavía marido paseando por las calles de Chipiona sin camiseta, en bermudas y mascando regaliz conmocionaron a España. Eso fue quizá lo más duro. Rosa intentó, de hecho, suicidarse varias veces. No se rían, esto es serio. Aunque, es cierto, no tan serio como haberlo vendido en televisión.

Tras subastar, por este orden, la dignidad, a su marido (sí, alguien estaba dispuesto a pagar por Amador) y un brote psicótico con tentativa de homicidio en segundo grado/piso, Rosa lo tenía cada vez más difícil para sorprender al espectador de coliseo, habituado desde el inicio de los tiempos al más difícil todavía. Entonces sus jefes le pidieron el triple mortal: venda usted también a su hija. Y dicen que en un principio no lo vio del todo mal. Rosa siempre acepta. “Ay, rosa de la Alhambra, rosa de la morería”, que cantaba la Jurado.

Rosa y Amador debían convencer a su hija Chayo, que hasta el nombre tiene bonito la pobrecita mía, de que su marido, conocido en el reino como el coleccionista de demandas (a que me cae una a mí por listo), retirara todas aquellas que atentaban contra la libertad de expresión (ese agujero negro) de los colaboradores y los amos de Sálvame. El chaval se negó y Su Serenísima dio orden a sus huestes de acompañar a los Mohedano a las puertas de Burgos.

Hasta esa fecha, el Padre trabajaba en Mujeres y hombres y viceversa, la Hija colaboraba muy de vez en cuando con María Teresa Campos y el Espíritu Santo estaba, como Dios manda, en todas partes. Sí, sé lo que se están preguntando: ¿qué papel tenía exactamente Amador en Mujeres y hombres y viceversa? Yo tampoco lo sé, pero supongo que era 'viceversa'.

Y cómo es, no me digan, en este indudable contexto de desgracia familiar, este tuit 'autohumillante' de Chayo:

Video embebido

Mil ventanas para saltar, supongo.

Pero volvamos al principio, al momento en el que estábamos saliendo todos de Burgos, incluido el Cid; al momento en el que hablábamos de Los Juegos del Hambre. Porque¿rechazó Telecinco de veras el proyecto? ¿Han visto ustedes la película? Pues piénsenlo detenidamente un rato. 24 participantes. Dos gladiadores elegidos por cada uno de los distritos más desfavorecidos del país (Vallecas, San Blas). Una lucha sin cuartel para sobrevivir en un mundo que, aunque ellos quizá no lo saben, les es hostil. Alianzas. Traiciones. Sangre, mucha sangre. Todo ello retransmitido en directo para las masas ociosas. Y sí, solo puede quedar uno. Touché, Rosa, touché.

No ha pasado desapercibida para casi nadie, y no era para menos, la noticia del reciente destierro de los Mohedano. Mientras un servidor escribe estas líneas, la familia al completo, perro incluido, abandona Burgos cabalgando junto al Cid Campeador por orden de Su Serenísima Majestad. Padre (Amador), Hija (Chayo) y Espíritu Santo (Rosa Benito), Uno y Trino, han sido empujados por razones varias a protagonizar la versión patria de Los Juegos del Hambre. Porque hambre sin duda van a pasar.

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