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Matrem non biologicum
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Matrem non biologicum

Los españoles hemos 'conquistado' Perú en 3 etapas. Primero mandamos a Pizarro. Luego a Pantoja, a la que le entregaron una niña en una cesta. Y en el tercero hemos mandado al equipo de 'Sálvame'

Foto: Ilustración realizada por Paco Sordo para 'Vanitatis'
Ilustración realizada por Paco Sordo para 'Vanitatis'

Esta historia comienza en Lima hace unos días y acaba a las cinco de la tarde de este viernes, 9 de octubre, sobre el Golden Gate Bridge.

Perú, 7 u 8 de octubre, no sé muy bien (y tampoco lo voy a investigar, porque no tengo tiempo, que me voy de puente). Un equipo de espeleólogos españoles aterriza en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez con todos los bártulos necesarios para iniciar una expedición que está llamada a pasar a la historia. Allí toman un jeep color caqui con destino a la segunda ciudad más poblada del país sudamericano, Arequipa.

Nota: en realidad, hay más de 1.000 kilómetros entre origen y destino, y es probable que fueran en avión, pero yo he de darle caché a esta historia como sea, entiéndanlo, y un jeep color caqui tiene mucho 'flow'.

En el trayecto, el jeep pincha dos veces (esto también me lo estoy inventando) y una patrulla de policías corruptos les sacan a los españoles 5.000 nuevos soles por superar la masa máxima autorizada para carreteras secundarias. ¡Y a ver cómo compruebas que no llevan razón!

Tras un viaje repletito de penurias, los espeleólogos llegan a su destino y comienzan el trabajo de campo. Entre la variada flora y la fauna del lugar, han elegido como objeto de estudio un espécimen desconocido hasta hace unos años en España, pero cada vez más en boga en un mundo globalizado como el de hoy. Nos referimos a la madre biológica. A saber: 'matrem biologicum' (yo hablo latín sin concordancia). En este caso buscamos a la de Chabelita. Las indicaciones del dossier para proceder a su identificación son simples: “Es como Chabelita pero en madre”, se puede leer en los apuntes técnicos que comparte todo el grupo. Se adjunta retrato robot: la portada de 'Lecturas' de esta semana. Sí, eso tiene que ser, no queda otra, un retrato robot.

Podría haber estallado una Guerra Civil en Perú; podría haber muerto el presidente Ollanta Humala a cañonazos en la plaza Mayor; podría haber aparecido de repente el último inca vivo relatando los avatares de la Colonización... e Informativos Telecinco no hubiera mandado ni de coña a un enviado especial sobre el terreno. Ahora bien, asoma la cabeza la madre de Chabelita de entre los vestigios del imperio y Mediaset monta una excursión que ni Sir John Franklin al Ártico. Dos navíos, ciento y pico hombres… Hemos tirado la casa por el ojo de buey de una carabela 2.0 y nos hemos lanzado otra vez a la conquista del Nuevo Continente. Les parecerá una menudez, pero yo, que tengo sin duda alguna vocación de periodista de investigación, he mirado los precios de un avión de ida y vuelta a Lima hoy viernes, 9 de octubre, y te soplan 1.000 euros por el que sale a horas intempestivas. Si vas justito de tiempo la cosa se te pone en unos 1.500. Y esto por barba. Y suma el alquiler del jeep, la gasolina, la multa policial y la cesta de Navidad para la madre de Chabelita. Vamos, que el Descubrimiento esta vez nos va a salir por un pico y el oro allí empieza a escasear. Bueno, quizá no tanto.

Analicemos este asunto del oro desde una perspectiva eminentemente histórica, porque yo soy muy culto y tengo todos los datos al respecto.

Los tres viajes

Los españoles hemos 'conquistado' Perú en tres etapas. Primero mandamos a Pizarro que, a cuenta precisamente del oro, la montó muy parda allí. No voy a entrar mucho en esta historia, porque a lo que nosotros llamamos 'Descubrimiento' o 'Conquista', los peruanos lo llaman todavía a día de hoy 'Invasión'. Así que paso de líos transnacionales por culpa de un post. En nuestro segundo viaje mandamos a Isabel Pantoja, a la que le entregaron, en lugar de las llaves de una ciudad o un lingote con lazo, una niña en una cesta. Supongo que fue en una cesta porque una cesta, como todo el mundo sabe, da mucho caché. Me explico: tú le regalas a alguien tres jabones y te los tira a la cabeza. Ahora bien, tú le regalas a alguien tres jabones metidos en una cesta y quedas como Dios.

En nuestro tercer viaje hemos mandado a un equipo completo de 'Sálvame Deluxe' para traernos unas declaraciones de un ejemplar de 'matrem biologicum'. Les parecerá un escaso botín para tan arduo y costoso operativo, antes descrito, pero yerran ustedes sin duda en su apreciación, porque esos 60/120/180 minutos de conversación, tanto monta, le van a dar a Telecinco para llenar su programación al menos quince días. En lenguaje publicitario, eso son miles y miles de GRP's consumidos. En plata, y nunca mejor dicho, millones y millones de euros. Por lo que cabe concluir que Vasile I 'El Grande' sacará bastante más provecho de estas tierras del que en su día obtuvieron Carlos I Emperador y los reyes que habrían de venir después.

Antena 3 es el niño pesado y chivato al que Telecinco le roba todos los días el bocadillo en el recreo. Me revienta esa actitud pasiva permanente. Ese dejarse ganar

Eso sí, esta tercera etapa de la Conquista del Perú pende de un hilo, porque Chabelita duda de que el retrato robot que sale en la portada de 'Lecturas' esta semana sea el de su verdadera madre y Pantoja, que está disfrutando de su tercer permiso penitenciario (la tía está más fuera que dentro, hay que decir) ha mandado un burofax para intentar frenar la emisión de la entrevista a Roxana, que así se llama la supuesta 'matrem biologicum' protagonista de esta historia, en el 'Sálvame Deluxe' de este viernes. En realidad todo esto que estoy escribiendo es una mierda muy grande, porque cuando ustedes lo lean, este sábado, el juez ya habrá tomado partido y 'Sálvame' ya se habrá emitido, con o sin exclusiva. Pero, lo he dicho antes, yo me voy de puente y paso de actualizarlo.

Pero vayamos a lo mollar: ¿cuál es la moraleja de esta historia, queridos niños? A ver, ese que levanta la mano...

– Que está la cosa en España como para ponerse a adoptar...

Sabía que esa iba a ser la primera respuesta. Pero no. Bueno, también, porque lo de José Fernando, Gloria Camila y Chabelita es muy fuerte, sí. En fin, que es mejor pensárselo dos veces. Pero no. Yo quiero ir más allá. Más allá de Perú si hace falta. Yo quiero hablar aquí de la infinita debilidad de Antena 3, ese conquistador sin navíos. Ese Diego de Velázquez de Cuéllar al que, acomodado en sus victorias precedentes, Hernán Cortés le robó la cartera y la gloria de México. Ese.

El día que Roy Raymond saltó al vacío

Quienes sigan este blog con cierta asiduidad sabrán de sobra que Telecinco enoja con facilidad mi muy cariñosa bilis. Hay quienes, incluso, piensan que Atresmedia me paga un sueldo por esto. Sin embargo, lamentablemente para mí, que soy otro conquistador nato (de oro) y que me encantaría que eso fuera cierto, esa teoría no es real. Llegó a mis oídos que, en cierta ocasión, un directivo de Telecinco preguntó: “¿Quién coño es ese Nacho Gay que escribe en 'El Confidencial' y 'Vanitatis'?”. Y alguien le dijo: “Otro de esos extrabajadores de Telecinco resentidos”. Es verdad. Yo formé parte de su plantilla seis meses, cuando apenas tenía 23 añitos y era aún más idealista e ingenuo que ahora. Era todas esas cosas, pero sobre todo era becario. Becario de los de verdad. Me pagaban 280 miserables euros, pero, eso sí, me daban de comer todos los días. No obstante, cuando iba al bufet tenía que pagar un euro. Sí, los trabajadores entraban gratis y los becarios pagábamos un euro. Todo eso es verdad, y estoy muy dolido por ello, porque eran 20 euros al mes, pero no monté la Carta de Ajuste hace nueve años solo por esa razón. Hay otra.

Yo trabajaba en el antiguo departamento de marketing de Yolanda Marugán junto a gente estupenda como mi querida Marta, a la que por cierto no llamo desde hace demasiado. Perdón. Aprendí mucho allí de cómo funciona este negocio. Sobre todo porque marketing estaba situado en la quinta planta del llamado 'edificio de cristal', a diez pasos del despacho de Vasile. Y eso era un vaivén constante de directivos. Aún recuerdo el día que Manuel Villanueva, actual director general de contenidos, se desplomó a conciencia en una de las sillas que había vacías a mi lado tras el estrepitoso fracaso en 'prime time' de la única serie buena que probablemente haya emitido Telecinco en su historia, 'Vientos de agua', del oscarizado director argentino Juan José Campanela. Era una apuesta del propio Villanueva y por eso estaba destrozado. Cuando se fue, yo no pude evitar defender ante mis compañeros con ahínco aquel serial, muy superior al resto de la bazofia que emitíamos. Nadie me dio la razón. Es más, me recomendaron que en otra ocasión no disintiera con tanta vehemencia ante la gente que elige lo que se emite y cómo se emite en esa cadena. Y no lo he contado nunca, pero fue esa falta absoluta de capacidad de autocrítica lo que me empujó a abrir este blog apenas seis meses después de aquel día.

Si no hablo apenas de Antena 3 aquí no es porque ellos me paguen un sueldo. Es en realidad porque mi jefe me paga demasiado poco, ya que es una cadena que me da una pereza que me mata. Lleva años achacando sus derrotas a la indulgencia infinita del Ministerio de Industria para con su rival y lo único que hace es promocionar en cuanto puede cualquier campaña ciudadana de desprestigio contra Telecinco, apuntando como propias las victorias de los espectadores, que son los que se cargaron 'La Noria' o dividieron a 'Sálvame' en dos mitades, por poner solo dos ejemplos. Antena 3 es el niño pesado y chivato al que Telecinco le roba todos los días el bocadillo en el recreo. Ese tipo de niño del que el primer día te apiadas, pero el tercero le quieres comer tú el postre. Me revienta esa actitud pasiva permanente. Ese dejarse ganar. En cinco años no habían sacado al mar ni una sola vez las naves para atacar, dejando la guerra, su guerra, en manos de las redes sociales, los Change.org de turno y los jueces con ganas de encausar sin sentido a las reinas de la mañana por 'secuestrar' a retrasadas.

En cinco años ni un solo ataque. Hasta hace tres semanas. Es entonces cuando colocan uno de sus programas de mayor éxito, 'Tu cara me suena', por primera vez en el 'prime time' de los viernes. Una idea cojonuda, impropia de ellos, que tenía por objeto tumbar a un gigante con pies de barro llamado 'Sálvame Deluxe'. Y van y lo logran. Por dos semanas se convierten en líderes inesperados, provocando una incertidumbre tremenda en una casa, Telecinco, que va a tiro hecho y a la que le cuesta remontar cuando se le vienen abajo los programas 'tótem' (véase el caso paradigmático de 'Aquí hay tomate'). Pero hablamos de Telecinco, claro, cuyos cañones nunca duermen. Y mientras Antena 3 vendía su escuálida victoria en spots propagandísticos y se acomodaba en su nuevo estatus, su enemigo pagó una millonada a Kiko Rivera hace una semana para que vomitara Donuts en el Deluxe. Y ganaron de nuevo. Y temiendo que fuera una victoria coyuntural, mandaron una expedición completa para conquistar por tercera vez en nuestra historia Perú y así encontrar un espécimen de 'matrem biologicum' que les garantizara la gloria un poco más. Y Antena 3, mientras tanto, viéndolas venir.

Pienso en todo esto mientras veo por segunda vez, después de su estreno en 2010, 'La red social' de David Fincher. Lo pienso mientras me detengo en la mejor de las secuencias de esta gran película. Estamos en una discoteca. Con música electrónica de fondo, que más que un fondo es todo un contexto, Sean Parker, el fundador de Napster –interpretado por Justin Timberlake–, le cuenta a Mark Zuckerberg –Jesse Eisenberg– la historia de Roy Raymond, un lencero americano que abrió una tienda, la llamó Victoria's Secret y al año ya ganaba medio millón de dólares. “Cinco años después la vende por cuatro millones, pero solo dos más tarde la empresa ya valía 500. Y Roy Raymond saltó entonces desde el Golden Gate Bridge”, le dice Parker a Zuckerberg. Toda una lección de vida.

Yo les dije al principio, no mentía, que esta historia empezaba en Lima y acababa en torno a las cinco de la tarde de este viernes (hora a la que me voy de puente) en el Golden Gate Bridge. Y aquí estamos todos, al bordecito del puente, viendo cómo Antena 3, una cadena que, como Raymond, vende sus victorias demasiado pronto, está a punto de lanzarse al vacío. A esta hora solo la mediación de un juez, como siempre un tercero, podría salvar la vida del chivato ese al que Telecinco le roba todos los días el bocadillo en el recreo. Desde el mismo puente, si pones mucho empeño, se ven muy a lo lejos las naves de Telecinco atracadas a las puertas de Perú. Yo al menos las veo.

A ver si nos entendemos. Yo no abogo por el capitalismo feroz que describe Fincher. Él tampoco, solo describe realidades. Yo intento lo mismo, aunque con menos oficio, claro. Lo que digo es que cuando los directivos de Antena 3 ven esta secuencia de 'La red social' (ya he dicho que les gustan mucho las redes sociales, porque les son muy favorables) solo escuchan la música de fondo. Pero no es un fondo, es un contexto. No sé si me explico. Da igual, no me queda tiempo para más, porque, no sé si lo he dicho, me voy de puente. Quizá, de puente al puente Golden Gate. Al fin y al cabo, ¿qué otra opción nos queda cuando lo hemos perdido todo?

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Esta historia comienza en Lima hace unos días y acaba a las cinco de la tarde de este viernes, 9 de octubre, sobre el Golden Gate Bridge.

Chabelita Isabel Pantoja
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