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Dioses, monjas y viceversa
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Dioses, monjas y viceversa

Hablemos de 'Quiero ser monja' (Cuatro). ¿Han visto y oído a las cinco chicas que han recibido la llamada de Dios y de Vasile al mismo tiempo? ¿No habrán confundido la voz del uno con la del otro?

Foto: Ilustración realizada por Paco Sordo para Vanitatis
Ilustración realizada por Paco Sordo para Vanitatis

Estos días ando de mudanza. He valorado, por aquello de ahorrar, empapelar las paredes de mi nueva casa con el sobrante de los dosieres sobre Panamá que hay repartidos por las mesas de 'El Confidencial'. Quiero forrar mi domicilio con los documentos con los que la mitad de los ricos de este país se han cubierto de gloria, a ver si se me pega algo, porque lo más cerca que he estado yo de Panamá en mi vida fue cuando mi madre me compró, la pobre, unas botas de esa marca para ir de campamento los veranos del instituto. Digo 'pobre'porque ella creía que a mí me movía el espíritu aventurero y, sobre todo, que me gustaba cantar a la guitarra melodías de Dios, como 'Un pueblo es', de María Ostiz; pero lo cierto es que tuve mis primeras erecciones con esas canciones de fondo.

'Un pueblo es', de María Ostiz

Mi madre vivía confundida porque yo de chico quería ser monja. Me dio por ahí. Lo que ocurre es que, por desgracia, porque hay que ver el bien que ha hecho con posterioridad a la sociedad, por aquel entonces Mediaset ni estaba ni se la esperaba. Ahora les contaré por qué digo esto. El caso es que aún hoy me aborda de vez en cuando la idea de ser novicia, porque sigo lleno de dudas trascendentales: ¿a dónde voy?, ¿de dónde vengo?, ¿la dentadura de María Teresa Campos es postiza? Lo típico, vamos. Pero la principal de todas ellas, la que me trae realmente de cabeza, concierne a Paco Marhuenda. Porque si este tipo está presente en todas las tertulias radiofónicas y televisivas habidas y por haber, mañana, tarde y noche, ¿a qué hora exacta dirige 'La Razón'? A ustedes les puede parecer una cuestión baladí, pero yo me meto en la cama y le sigo dando vueltas.

Me figuré recientemente que 'el altísimo', que es un señor muy alto que conozco, del que por cierto Marhuenda tiene que ser sin duda pariente por la vía de la omnipresencia, es el único que me podría ayudar a dilucidar estos existencialismos varios, así que me presenté al casting de 'Quiero ser monja', el nuevo programa de Cuatro (Mediaset). No me cogieron. Claro, yo supuse que tenía que hacerme pasar por un hombre bueno, así que, cuando me preguntaban por mi vida, obra y milagros, maquillaba un poco la realidad, como cuando te confiesas para la primera comunión. “Pues mire usted, padre, he robado algún sacapuntas...”.Y hasta ahí. Lo de los tocamientos en el campamento yo lo omití, claro. Y en aquella ocasión, con Don Anselmo como 'partenaire', me fue muy bien: dos avemarías y a casa. Pero en el casting de Cuatro, visto lo visto en las dos primeras entregas del programa, era en realidad lo único que tenía que haber contado. Lo de los tocamientos, digo.

No soy una persona que sepa mucho de conventos, la verdad, porque de hecho mi máximo referente documental en la materia es 'Sor Citroën', de la gran Gracita Morales, una versión cañí de 'Historia de una monja', protagonizada por la no menos grande Audrey Hepburn. Pero lo que para nada me esperaba es que un convento se pareciese tanto al que aparece en 'Entre tinieblas', la película de Almodóvar. Nunca pensé que diría esto, pero, a tenor de lo expuesto en Cuatro, el manchego se quedó corto. ¿Han visto y oído a las cinco chicas que han recibido la llamada de Dios y de Vasile al mismo tiempo? ¿No habrán confundido la voz del uno con la del otro? ¡Pero si una llegó a la puerta de la capilla de la mano del novio!

Tráiler de la película 'Sor Citroën'

Los nombres de las aspirantes (Janet, Jaqui, Juleysi...) ya encerraban una pista: el casting de novicias se ha hecho indudablemente con el sobrante 'offshore' de 'Mujeres, hombres y viceversa'. Juleysi es la del novio. Janet, por su parte, se cree que se ha metido en 'Gran Hermano'. Habla mucho y bien de los hombres. De hecho, parece que quiera casarse con todos menos con Dios. Dice que le gustan los crucifijos, sí, pero yo creo que es porque en ellos sale un señor semidesnudo. Luego están los modelitos que pretendía llevar en el convento o sus posturas a la hora de ponerse delante de la cámara. Monja, monja, monja… jamón.

De todos modos, mi favorita es sin duda María Fernanda, que vio la luz una noche cualquiera mientras estaba de farra con sus amigos, justo cuando una ambulancia se llevó a uno de ellos, que iba como un piano. Vamos, que María Fernanda vio la luz en un 'after hour', con lo difícil que es ver algo en esos sitios. A esta joven las juergas se le han ido de la manos, sin duda, y ahora se arrepiente. No tengo nada en contra, pero fíate tú de un monja que recibe una llamada que no es de su madre mientras está de 'after'. Me imagino el tipo de pastelitos que pretende hacer…

A alguno de ustedes, quizá más a los creyentes, esto que les estoy escribiendo les parecerá incluso ofensivo. Hiriente en términos de fe. Pero yo les pido que vean el programa y luego me cuentan si le va bien o no el sarcasmo. Un programa, por cierto, obra de los hacedores de 'Adán y Eva', ese otro en el que negros y blancos buscan pareja “volviendo a los orígenes”, esto es, con la minga al aire. Me juego mi blanco y enhiesto pescuezo, ilustre porque así lo describió Garcilaso en unas notas que apuntó en una servilleta mientras tomábamos el té, a que alguno de los directivos de esta empresa es uno de esos 'yuppies' arrepentidos que en un momento dado dejaron una multinacional para leer el Génesis y a Epiménides. Ese tipo de gente que tanto se estila ahora, por cierto, y que es bastante peligrosa.

A mí lo que me preocupa de todo esto no es, de todos modos, la trascendencia social que pudiera tener un programa como este, a la postre inane. Total, peor de lo que estamos no vamos a estar. El problema es otro bien distinto. Con la connivencia asegurada ya de los Gobiernos cambiantes, de todos los ministros de Industria pasados y venideros, de todos los 'targets' de audiencia… solo faltaba que Dios también se pusiera de parte de Vasile. Si esto ocurre, yo también me rindo y cierro el chiringuito, porque a mí la historia esa de las diez plagas siempre me ha dado mucho miedo. De momento, lo haré por lo menos hasta el sábado que viene.

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Estos días ando de mudanza. He valorado, por aquello de ahorrar, empapelar las paredes de mi nueva casa con el sobrante de los dosieres sobre Panamá que hay repartidos por las mesas de 'El Confidencial'. Quiero forrar mi domicilio con los documentos con los que la mitad de los ricos de este país se han cubierto de gloria, a ver si se me pega algo, porque lo más cerca que he estado yo de Panamá en mi vida fue cuando mi madre me compró, la pobre, unas botas de esa marca para ir de campamento los veranos del instituto. Digo 'pobre'porque ella creía que a mí me movía el espíritu aventurero y, sobre todo, que me gustaba cantar a la guitarra melodías de Dios, como 'Un pueblo es', de María Ostiz; pero lo cierto es que tuve mis primeras erecciones con esas canciones de fondo.

Cuatro
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