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Pablo Motos, investigado por 'blanqueo' (de folclóricas)
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Nacho Gay

Carta de Ajuste

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Pablo Motos, investigado por 'blanqueo' (de folclóricas)

Mi madre, que es una 'pantojer' en toda regla, se propuso este lunes tomarse un chupito cada vez que se aplaudiera a Isabel en 'El hormiguero'. Antes de las 10 estaba en urgencias

Foto: Isabel Pantoja en 'El hormiguero'. Ilustración de Jate para Vanitatis
Isabel Pantoja en 'El hormiguero'. Ilustración de Jate para Vanitatis

Nos defraudaron probablemente las expectativas. El subconsciente siempre traiciona en estos casos, porque bebe mucho de lo cinematográfico. No sé, yo esperaba que este lunes viniera a divertirse a 'El hormiguero' una versión gitana de Malamadre, el de 'Celda 211'; una señora con un par de tatuajes en el brazo que escupiera al terminar cada frase, que pronunciase ronco y que utilizara proverbios sombríos. Pero no. La cara vista era un anuncio de Signal y la oculta no traspasó los versos de Mecano.

No esperábamos, sin embargo, quizá solo algún iluso, que Pablo Motos dejase de ser por una vez Pablo Motos. Míticas son las caras de algunos actores de Hollywood ante las preguntas del menda. Motos es como un Trivial Disney, con él puede jugar todo el mundo pero solo se divierten los niños de menos de siete años. Y así nos fue este lunes, claro.

Debe de haber un término medio, sin embargo, entre Ana Pastor y Mimosín en el que Aristóteles pudiera encontrar cierto grado de virtud, pero en España no hay manera. O miuras o cabestros. Porque, claro, una cosa es creer en la redención, que es muy respetable, y otra dejar que Isabel Pantoja se mire durante más de una hora en el espejo de Nelson Mandela.

El despliegue fue la leche. Nunca un documental (creo que se titulaba 'España') había contado con tanto presupuesto. Toda la Filarmónica de Viena allí hacinada en 12 metros cuadrados para que cantara la doña. Las gradas eran una 'rave' de amas de casa. Más flores en plató que en La Almudena el Día de Difuntos. Todo dispuesto para lavarle la cara a una señora que no ha vendido ni 20.000 copias de su disco pospresidio a cambio, eso sí, de un récord de audiencia.

Y un eufemismo cervantino en el aire. Este: “Cuando salí de aquel lugar de cuyo nombre no quiero acordarme...”. Lo dijo la propia Pantoja. Esa era una de las innumerables condiciones pactadas en una entrevista más encorsetada que la despedida de soltera de una infanta. Primera condición, decir que esto se hace gratis. Segunda, que no sea en directo. Tercera, que me dejen cantar diez minutos en prime time. Cuarta, que pregunte solo Pablo Motos.

Y preguntó solo él. Sobre Juan Gabriel, sobre Kiko, sobre el gazpacho, hasta sobre la perrita Sisi. Cada respuesta era una fiesta. Chupito. Nos pillamos una buena cogorza, sí señor. Pagaba la ronda el ayuntamiento de Marbella.

Nos defraudaron probablemente las expectativas. El subconsciente siempre traiciona en estos casos, porque bebe mucho de lo cinematográfico. No sé, yo esperaba que este lunes viniera a divertirse a 'El hormiguero' una versión gitana de Malamadre, el de 'Celda 211'; una señora con un par de tatuajes en el brazo que escupiera al terminar cada frase, que pronunciase ronco y que utilizara proverbios sombríos. Pero no. La cara vista era un anuncio de Signal y la oculta no traspasó los versos de Mecano.

Isabel Pantoja Pablo Motos