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María José S. Mayo

La hija del Acomodador

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María José S. Mayo

La música es la mejor respuesta

Hace unos días que tenía una cita pendiente. Quería ir a ver a Richard Jenkins al cine. Ya le conocía por esa magnífica serie de televisión

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La música es la mejor respuesta

Hace unos días que tenía una cita pendiente. Quería ir a ver a Richard Jenkins al cine. Ya le conocía por esa magnífica serie de televisión titulada A dos metros bajo tierra, en la que hacia de padre difunto. Bueno, por eso y por la nominación al Oscar que le dio este papel. Perdón, no he dicho el nombre de la película. Es The Visitor. Así que hace un par de días la vi por fin y  descubrí cómo la música era la manera de contestar a una realidad un tanto injusta. El protagonista, lo que se dice hablar, no hablaba mucho pero sus gestos no podían ser más exactos acerca de lo que le pasaba por la cabeza. Cuando aprende a tocar el djembé casi por casualidad encuentra un modo de expresión que no hubiese nunca pensado que iría con él. Me pareció todo un acierto.

 

En esa película que muchos soñamos hacer, yo fantaseaba con llegar a un final en el que todos los personajes que habíamos visto enzarzados unos con otros consiguieran disfrutar de una misma pieza musical. Una suite para chelo, por ejemplo. Pero no he sido la única en concebirlo. En La muerte y la doncella, Polanski hacía algo parecido al juntar a los dos antagonistas disfrutando de un mismo concierto, precisamente La muerte y la doncella de Schubert. El personaje de Sigourney Weaver observaba como su presunto verdugo se encontraba sentado entre las butacas de una bella sala de conciertos disfrutando de la misma pieza que ella.

Hace unos días que tenía una cita pendiente. Quería ir a ver a Richard Jenkins al cine. Ya le conocía por esa magnífica serie de televisión titulada A dos metros bajo tierra, en la que hacia de padre difunto. Bueno, por eso y por la nominación al Oscar que le dio este papel. Perdón, no he dicho el nombre de la película. Es The Visitor. Así que hace un par de días la vi por fin y  descubrí cómo la música era la manera de contestar a una realidad un tanto injusta. El protagonista, lo que se dice hablar, no hablaba mucho pero sus gestos no podían ser más exactos acerca de lo que le pasaba por la cabeza. Cuando aprende a tocar el djembé casi por casualidad encuentra un modo de expresión que no hubiese nunca pensado que iría con él. Me pareció todo un acierto.